Paz para Oriente Próximo
Es urgente una paz que no puede consistir solo en el silencio de las armas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cuando se cumplen dos años de los atentados de Hamas contra Israel que provocaron la muerte de 1.200 personas y decenas de rehenes, conviene imaginar el sufrimiento de los que hoy han amanecido dominados por la ausencia de sus seres queridos. La memoria de esas familias está desgarrada por el dolor de una muerte violenta. Y conviene imaginar también el sufrimiento de 70.000 familias palestinas que han perdido a sus seres queridos por la respuesta de Israel, el dolor de las madres que han tenido que enterrar a sus hijos, que no tienen nada para darles de comer, que sobreviven sin un techo, sin agua limpia, sin la mínima atención sanitaria.
Sin tener en cuenta este tsunami de sufrimiento todo lo que se diga es insuficiente. Por eso es urgente una paz que no puede consistir solo en el silencio de las armas. Tenemos experiencia histórica de que la construcción de la paz no es posible si no se produce una satisfacción del deseo de justicia, sin una cierta retribución a las víctimas que les permita liberarse del mal que han sufrido. Los procesos de paz que han funcionado son los que han permitido que la víctima y el victimario se liberen del mal que han sufrido y que han causado. En un caso con el reconocimiento de la culpa y con algún modo de petición de perdón, y en el otro, con la concesión de ese perdón. No hay paz sin justicia, ni justicia sin perdón. Esto es lo que necesita Oriente Próximo desde hace 70 años.