Paradojas de ómicron

Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Hace dos años, la muerte apareció en la vida social con una fuerza que era desconocida ya para nuestra cultura. Aunque no había fotos, las noticias nos hablaban de 900 muertos diarios. Un fenómeno con el que estábamos poco acostumbrados a convivir antes del COVID. Desde entonces nos hemos dado cuenta de varias cosas. No podemos vivir ignorando que las personas fallecen, pero también hemos descubierto que cuando la información sobre la muerte lo invade todo, nos asfixiamos. Hemos redescubierto una paradoja esencial: la muerte es cierta, pero estamos hechos para la vida. Los recursos que tenemos para luchar contra la enfermedad son limitados y si atendamos a unos enfermos dejamos de atender a otros. Hacemos, por ejemplo, menos medicina preventiva para detectar el desarrollo de posibles cánceres. Pero si seguimos con las restricciones haremos más daño a la economía y a la salud mental.
Intentamos, como se dice ahora, gestionar estas paradojas, pero no es fácil. En esta ola tenemos que convivir con unos 100 muertos diarios. Los años malos de gripe, durante la temporada de invierno mueren también 100 personas al día. Pero no sabemos si cuando pase el invierno, ómicron se comportará como la gripe, por ejemplo, en cuanto a efectos secundarios. No podemos encontrar una fórmula simple para resolver estas paradojas que tienen profundas implicaciones morales. Pero al menos hemos caído en la cuenta de la escasez de recursos y del dolor que supone convivir con la muerte de muchos, que antes ignorábamos.