Medio año con León XIV
La paz ha sido una constante en sus declaraciones, hasta este mismo domingo, donde ha vuelto a pedir encarecidamente un compromiso firme por la paz
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este fin de semana se han cumplido seis meses de la elección de León XIV como sucesor de Pedro. El 8 de mayo, el papa Prevost se presentó ante el mundo, en pleno tiempo pascual, trayéndonos la paz de Cristo Resucitado.
Desde entonces, la paz ha sido una constante en sus declaraciones, hasta este mismo domingo, donde ha vuelto a pedir encarecidamente un compromiso firme por la paz en tantas regiones como siguen marcadas todavía, a día de hoy, por la guerra. Unidad en la verdad, que ha de traducirse en paz, para un pontificado que, con los acentos propios que cada papa introduce, hay que comprender en una hermenéutica de la continuidad, a la luz de la tradición de la Iglesia y de su amplio y rico magisterio.
En esa clave de continuidad, con una elocuente serenidad, y con el acento de una marcada interioridad misionera, el papa ha fijado en este tiempo su mirada en los pobres.
Como si se tratara de un natural desarrollo de la última Encíclica del papa Francisco, León XIV nos ha dicho en la exhortación apostólica "Dilexi te" que la condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela nuestra vida, nuestras sociedades y a la Iglesia. En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo.
Son tan solo unas primeras claves que, sin embargo, ya dicen mucho y que permiten vislumbrar el regalo que supone, en este momento concreto, el primer papa agustino de la historia de la Iglesia.