LÍNEA EDITORIAL

La crisis del confinamiento

El confinamiento provocó problemas de salud mental y sacó a flote otros que estaban ocultos

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Fernando Simón, que hace cinco años estaba al frente del Centro de Coordinación de Emergencias, ha asegurado en las últimas horas que el encierro para luchar contra el COVID podría haber sido más suave. El confinamiento en España fue uno de los más duros del mundo. Solo estaba permitido ir al supermercado, al banco y a la farmacia. Niños y adultos no podíamos salir a hacer ejercicio. Hay todavía un debate científico sobre el impacto de una medida tan radical. Sirvió, eso sí, para evitar un colapso inmediato del sistema sanitario.

Inevitablemente, al recordar aquella dura prueba que comenzó en estos días de marzo, surge la pregunta de si todo aquello nos cambió para bien o para mal. Hay cosas que, por desgracia, no ha cambiado: la polarización. La exministra Reyes Maroto, ahora portavoz de los socialistas en el ayuntamiento de Madrid, ha hablado de asesinatos para referirse a los ancianos fallecidos en las residencias madrileñas. Afortunadamente ha rectificado.

El confinamiento provocó problemas de salud mental y sacó a flote otros que estaban ocultos. Provocó problemas en ciertos aspectos cognitivos de los niños, retraso en la educación de los que perdieron meses de colegio. Los colegios se reabrieron muy tarde. Algunas cosas mejoraron tras el confinamiento. Por ejemplo, mejoró la Unión Europea y su capacidad de reacción. Pero parece que nos hemos olvidado de algo que en ese momento se convirtió en una evidencia rotunda: somos dependientes los unos de los otros. Lo peor que podríamos hacer es utilizar a las víctimas para obtener rendimiento político.