LÍNEA EDITORIAL

Trabajar por una verdadera cultura de la vida

En esta coyuntura es decisivo trabajar por una verdadera cultura de la vida en sus diversas dimensiones

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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A partir de hoy España es uno de los siete países en el mundo que reconocen en su legislación la eutanasia como un derecho. En nombre de una supuesta compasión ante el sufrimiento y de una imagen de autodeterminación personal desvinculada del significado, el Estado abandona su deber de proteger y promover la vida de sus ciudadanos.

El Secretario de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, ha recordado que cada año fallecen 60.000 personas que carecen de los servicios de salud necesarios para paliar su sufrimiento, pero ni el Gobierno ni el Congreso han hecho nada para formular una política adecuada de cuidados paliativos, cuya ausencia es una vergüenza para nuestro sistema de bienestar.

En esta coyuntura es decisivo trabajar por una verdadera cultura de la vida en sus diversas dimensiones. La promoción de los cuidados paliativos desde la iniciativa social es uno de los primeros pasos. Lo mismo que suscribir el testamento vital o una declaración anticipada de voluntades, así como acogerse al derecho a la objeción de conciencia.

La ternura, la cercanía, la misericordia, el ánimo y la esperanza, ha subrayado Monseñor Luis Argüello, son los signos que esperan quienes afrontan al tramo final de su existencia. A mayor sufrimiento humano, más necesidad de compromisos personales e institucionales que lleven consuelo, cuidado y esperanza, en lugar del atajo insensato de una muerte procurada con la asistencia de los poderes públicos.