21 de marzo
La realidad con todas sus exigencias
Los viejos discursos y las viejas riñas políticas y sociales nos parecen cosas de una época que quedó muy lejana
Madrid - Publicado el
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La España que corta y cose mascarillas está en todas las esquinas. Porque es mejor coser que quejarse, porque la epidemia es un imprevisto y es lógico que no tuviéramos almacenes con millones de mascarillas almacenadas. Es normal que no tuviéramos decenas de miles de respiradores esperando un cosa así.
Tenemos por delante días duros. La realidad, la enfermedad o la muerte, el límite, la incapacidad para prever todo, estaba ahí, pero no la mirábamos. Ahora ha irrumpido de forma estrepitosa. Y de pronto nos hemos dado cuenta de toda la frivolidad ideológica y emocional en la que estábamos instalados. De pronto nos hemos dado cuenta de las toneladas de trivialidad bajo las que hemos vivido. Nos hemos dado cuenta de todo el tiempo que hemos perdido en riñas absurdas, en acentuar las diferencias. Nos hemos dado cuenta de que no se puede dar por descontado que haya una vida próspera, segura y feliz. De pronto nos hemos dado cuenta de que hay gente dando su vida para que no muramos. Y necesitamos razones y afectos para convivir con la muerte, con la enfermedad, con el imprevisto.
Los viejos discursos y las viejas riñas políticas y sociales nos parecen cosas de una época que quedó muy lejana. La realidad ha entrado sin permiso y queremos tener la seguridad de que somos más que la epidemia, y más que las incertidumbres que sufrimos.