L.E. 22 DE MARZO DEL 2020

Otra soberanía para la época digital

Necesitamos una educación que favorezca una auténtica conversación y no un uso de las redes sociales que fomente el odio

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hace ahora 15 años que Jack Dorsey, un joven ingeniero de carácter difícil, publicaba el primer tuit. Sin duda Twitter ha contribuido en algunos supuestos a que recibamos información rápida y a que estemos más interconectados. Pero no se puede construir una leyenda rosa de esta red social afirmando que ha servido para desarrollar una conversación planetaria mucho más fluida, en la que todo el mundo puede exponer su punto de vista. En muchas ocasiones se convierte en fuente de propagación de noticias falsas, y otras en una plataforma para la propagación del discurso del odio. La cancelación de la cuenta de Trump abrió el debate sobre si una empresa podía o no ponerle límites a la libertad de expresión. La utilización geoestratégica de cuentas fantasma movidas por robots, para operaciones como las que realiza Rusia, ha convertido esta red social en una herramienta que puede desestabilizar. Los más críticos señalan que Twitter ha contribuido a que tengamos menos calidad democrática.

A veces parece que estamos desarmados ante el desarrollo digital. Desde luego necesitamos una educación que favorezca una auténtica conversación y no un uso de las redes sociales que fomente el odio. Pero tanto en la cuestión de la libertad de prensa como en la guerra de la desinformación con propósitos geoestratégicos, es necesaria una actualización y agilización de los modos en los que la soberanía de los Estados puede actuar. Solo así se puede limitar la actuación de agentes desestabilizadores y los usos abusivos de la libertad de expresión.