Línea editorial: "Golpe de Estado en Myanmar"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hace diez años el Ejército de Myanmar, la antigua Birmania, entregó el poder a un gobierno civil emanado de las urnas. Se iniciaba una transición a partir de una dictadura militar que se había mantenido durante medio siglo. El intento imperfecto de democracia, siempre bajo tutela de los militares, ha durado apenas diez años. El pasado 1 de febrero el país asistió a un nuevo Golpe de Estado, así como a la detención de Suu Kyi y de otros líderes políticos.
En los últimos diez años el Ejército ha ocupado un cuarto de los escaños del parlamento, lo que le ha permitido disponer de una posición dominante. Mientras el ejército ha podido tutelarla, ha tolerado la naciente democracia en Myanmar. Ahora, cuando había llegado el momento clave para la consolidación de la democracia tras unas elecciones que convertían al partido de Suu Kyi en una fuerza hegemónica, con un 80% de los votos, los militares han decidido recuperar el control total.
La democracia política ha permitido la apertura en las relaciones económicas, el desarrollo del comercio internacional, el incremento del turismo y un mayor dinamismo cultural. Ahora lo que le espera al país es represión y control férreo. En una palabra: dictadura. Y probablemente el recrudecimiento de la represión contra las minorías étnicas y religiosas que el ejército y las élites budistas nunca han aceptado.