Línea editorial: "El afán de enturbiar la normalidad Iglesia-Estado"

De entre los 35.000 bienes certificados por esta vía entre 1998 y 2015, la CEE ha entregado al Gobierno un listado con cerca de mil incidencias

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La visita de Pedro Sánchez a la sede de la CEE debería ser un ejemplo de normalidad democrática en una sociedad compleja. Tan importante es, en ese marco, el papel de la Iglesia, que la Constitución obliga a los poderes públicos a mantener con ella “relaciones de cooperación”, al margen de la confrontación partidista y la orientación ideológica de los gobiernos de turno. Casi medio siglo después, sorprende el anticlericalismo de algunos sectores. Una cosa son las críticas, legítimas desde un mínimo rigor, y otra la caricaturización estos días del compromiso de la Iglesia contra la lacra de los abusos, siempre mejorable, pero del que ya podrían tomar ejemplo quienes critican.

La manipulación se repite con las inmatriculaciones de bienes eclesiales, la puesta al día en materia catastral de un patrimonio cultural de siglos que la Iglesia conserva y pone a disposición de toda la sociedad. De entre los 35.000 bienes certificados por esta vía entre 1998 y 2015, la CEE ha entregado al Gobierno un listado con cerca de mil incidencias. No por apropiación indebida, sino por aparecer duplicados en los listados, por no existir ya, o por haber sido vendidos o donados a terceros. Hay también unos 600 bienes sobre los que la Iglesia advierte de que no hay información suficiente y se requiere un ulterior análisis. Se trata de un ejercicio de transparencia y cooperación leal con el Estado al servicio del bien común, por mucho que algunos se empeñen en enturbiarlo.