Hasta luego, Britania

Parecía que el día del Brexit nunca llegaría, pero el Reino Unido apura ya sus últimas horas en la UE. Es un acontecimiento histórico que deja inevitablemente un poso de tristeza. Las lágrimas el miércoles en el Parlamento Europeo reflejan la sensación de fracaso por la pérdida de uno de los países que sin duda mayor protagonismo han tenido en la historia de Europa. Las apelaciones a una amistad más allá de esta ruptura serán puestas a prueba en los próximos 11 meses, en los que, por deseo del primer ministro, Boris Johnson, las dos partes tendrán que fijar su marco de relaciones en un tiempo récord. España, con la mayor comunidad de británicos en la Unión, con importantes intereses económicos en las islas y con el contencioso abierto de Gibraltar, se verá particularmente afectada. Pero habrá que mantener la cabeza fría, lo contrario de lo que supuso la victoria del Bréxit, la gran victoria del populismo. Si la UE quiere sobrevivir y mantenerse fiel a su misión histórica, debe aprender de sus errores y preguntarse por la hostilidad con la que es percibida por una parte de la opinión pública. Eso incluye a los gobiernos, acostumbrados a ponerse las medallas y a culpar a Bruselas cada vez que toca tomar una decisión impopular. De este modo, con el tiempo, tal vez, se imponga la cordura, y este adiós al Reino Unido no sea más que un hasta luego.