Estamos de luto
Si el dolor no puede expresarse, si no hay memoria y oración por las víctimas, es muy posible que acabe haciendo un gran daño a las familias y la sociedad
Madrid - Publicado el - Actualizado
1 min lectura
Ayer el Gobierno hizo público unos criterios para identificar a aquellos que han fallecido por el COVID. Estos criterios llegan cuando llevamos más de un mes sufriendo el azote de la pandemia y cuando varias Comunidades Autónomas han avisado de que las estadísticas no están bien. Polémicas políticas aparte, debemos ser conscientes de que necesitamos llorar, despedirnos de los que esta epidemia nos ha arrebatado. No sabemos a ciencia cierta cuántos son los muertos, no hemos podido acompañar a los nuestros en sus últimos minutos y no hemos podido estar presentes en ese momento doloroso y necesario en el que normalmente nos despedimos de sus restos. Todo eso conforma una bolsa de dolor que necesita salir a luz. El luto tiene una dimensión pública e incluso una dimensión política. Si el dolor no puede expresarse, si no hay memoria y oración por las víctimas, es muy posible que acabe haciendo un gran daño a las familias y la sociedad.
Benedicto XVI en esa gran encíclica que es la 'Spe Salvi' decía que el amor puede llegar hasta el más allá, estamos unidos más allá del confín de la muerte con los que se han ido. Este vínculo que va más allá de la muerte necesita de despedidas. La muerte no es una estadística ni una categoría, es un desgarro que necesita ser reconocido. Estamos de luto aunque algunos parece que no quieren darse cuenta, por eso no necesitamos soflamas, necesitamos decir adiós y razones para la esperanza.