Disociación

La batalla política se convierte en la lucha por imponer un determinado relato y la construcción de ese relato, con elementos de ficción, llega a convertirse en lo determinante

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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España asiste en los últimos días a un caso grave de disociación entre las necesidades reales de la sociedad y su clase política. La política española ha vivido una profunda transformación en los últimos diez años. Se ha comentado estos días que es una “política Netflix”: sus líderes se habrían convertido en personajes de series en las que el ejercicio de poder se confunde con intrigas y maniobras permanentes para sacar ventaja sobre el contrario.

Es un modo metafórico de hablar para describir el error de percepción de muchos políticos que sustituyen con mucha facilidad la gestión por la comunicación, y en esto Sánchez es un verdadero maestro. La batalla política se convierte en la lucha por imponer un determinado relato y la construcción de ese relato, con demasiados elementos de ficción, llega a convertirse en lo más determinante. La narración tiene que ser simple, maniquea, y emotiva, porque lo más importante son los sentimientos que se provocan.

Este proceso que sustituye la realidad por la narración tiene una correlación en el estado de la opinión pública. La resistencia del público a recibir mensajes complejos, la facilidad con la que los medios de comunicación se ponen en línea con los partidos, el emotivismo en las posiciones y la falta de vertebración de la sociedad facilitan la extensión de una forma de hacer política que impide afrontar la magnitud de los problemas.