LÍNEA EDITORIAL

Chile, entre la institucionalidad y el radicalismo

El nuevo presidente está en la encrucijada de decidir si verdaderamente abandera una nueva izquierda o si se desliza por la pendiente populista

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El triunfo del candidato del frente de izquierdas, Gabriel Boric, en las elecciones presidenciales de Chile abre varias incógnitas sobre el futuro, no solo de su país, sino de toda Latinoamérica. Desde que comenzara a forjarse en las revueltas estudiantiles Boric ha moderado mucho su discurso, abrazando posiciones socialdemócratas para triunfar en un país que, a priori, no parece dispuesto a aventuras bolivarianas. El nuevo presidente está en la encrucijada de decidir si verdaderamente abandera una nueva izquierda o si se desliza por la pendiente populista de algunos de sus vecinos continentales. En teoría, Boric sólo tendría que ir cumpliendo con lo que ha ido señalando recientemente: que los derechos humanos se deben respetar siempre, en cualquier contexto y sin ninguna excusa; que es necesario cuidar las instituciones; y que el modelo no pueden ser los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela, a los que no ha dudado en criticar.

Pero habrá que ver qué camino toma y en qué políticas concretas aterriza un discurso que se mantiene en el difícil alambre entre la sensatez y el radicalismo de los socios que le han apoyado, especialmente el robusto Partido Comunista chileno. Los partidos del centro también han apostado por Boric, veremos si su influencia se mantiene frente a la extrema izquierda. Está claro que la sociedad chilena demanda reformas, pero sería una pena que, después de tantos años en los que Chile ha sido un ejemplo de estabilidad institucional y de crecimiento económico, ese trabajo se tirara por la borda.