Línea editorial del 28 de febrero de 2019
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Uno de los aspectos que influye en el voto es la mala memoria de muchos electores cuando llega la hora de ponderar la labor de un gobierno. El paso del tiempo, el manejo de la demagogia, y una mal entendida fidelidad del elector a unas determinadas siglas, obran el “milagro” de esa amnesia que saben explotar tan bien los candidatos. No obstante, a veces se dan circunstancias que ofrecen la oportunidad de mantener viva la memoria a la hora de decidir el voto. La comparecencia ayer en el Tribunal Supremo de Mariano Rajoy como testigo en el juicio del 1-O, puso de manifiesto la gran diferencia que lo separa de Pedro Sánchez en la forma de afrontar un tema de tanta importancia como el que se ventila en el juicio.
El expresidente Rajoy manifestó que en ningún momento admitió la posibilidad de negociar o dialogar siquiera sobre un principio inviolable del ordenamiento jurídico: la soberanía nacional que reside en el pueblo español y que los separatistas pretendían y pretenden liquidar. Además buscó el consenso con los constitucionalistas a la hora de actuar en Cataluña. Es decir, todo lo contrario de lo que ha hecho Pedro Sánchez a lo largo de sus ocho meses de gobierno. Pero Sánchez parece convencido de que el electorado olvidará sus concesiones a los independentistas gracias a los decretazos que prepara a costa de elevar la deuda pública. Una forma irresponsable de pretender captar votos sin la menor preocupación por la herencia que dejará a futuros gobiernos y, en definitiva, a todos los españoles.