REVOLUCIÓN ANARQUISTA (Crónica)

Las 36 horas de la insurrección anarquista del sargento Sopena en 1933

(EFE).- La llamada a la insurrección de la CNT en diciembre de 1933 contra el gobierno conservador y para implantar el comunismo libertario tuvo trágicas consecuencias en localidades como Villanueva de la Serena (Badajoz), donde el levantamiento del sargento Pío Sopena finalizó con la muerte de dos guardias civiles y ocho sublevados. ,El caso de esta población extremeña, poco conocido pese a la repercusión política y en la prensa de la época, com

Agencia EFE

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Carlos González de Rivera

(EFE).- La llamada a la insurrección de la CNT en diciembre de 1933 contra el gobierno conservador y para implantar el comunismo libertario tuvo trágicas consecuencias en localidades como Villanueva de la Serena (Badajoz), donde el levantamiento del sargento Pío Sopena finalizó con la muerte de dos guardias civiles y ocho sublevados.

El caso de esta población extremeña, poco conocido pese a la repercusión política y en la prensa de la época, comenzó la noche del sábado 9 de diciembre en la Caja de Reclutas, situada en un antiguo convento, y se prolongó durante 36 horas hasta que fue sofocado por las fuerzas de seguridad y el Ejército.

Antonio Molina, licenciado en Geografía e Historia y profesor de Secundaria, profundiza en los hechos, la figura del sargento y el contexto político en un libro que acaba de publicar la Editora Regional de Extremadura.

En declaraciones a Efe, explica que la Guerra Civil y la dictadura sepultaron esta historia en el olvido, aunque llegó a ser considerado "un segundo Casas Viejas".

La intervención de las fuerzas del orden en este pueblo gaditano para acabar con otra revuelta anarquista en enero de ese mismo año, la conocida como "masacre de Casas Viejas" o "sucesos de Casas Viejas", fue el detonante que precipitó la caída del Gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña.

En Villanueva de la Serena, Sopena y otros ocho revolucionarios -siete jornaleros y el operario de una fábrica- tomaron la noche del sábado la Caja de Reclutas sin mayor problema e hicieron prisioneros a varios soldados, a los que acabarían soltando tiempo después.

La voz de alarma la da la mañana del domingo un soldado, apenas un niño, al que mandan a por café en un hecho que "parece de aficionados", según Molina.

Al acercarse al lugar, los sublevados matan a dos guardias civiles, uno de ellos el sargento Redondo Vázquez, que pierde en un primer momento su arma y al volver con otra es abatido, y un tercero resulta herido.

Entonces llegan "civiles" de varios cuarteles y la Guardia de Asalto de Don Benito, que detienen a cinco cómplices que estaban apostados junto a las vías del tren y estrechan el cerco con ametralladoras sobre el hoy Hospital de Santa Justa. Al caer la noche se suman fuerzas del Ejército de Badajoz con un cañón.

La revista "Estampa" recoge el testimonio de un vecino sobre esta jornada de disparos y bombazos: "Villanueva, señor, parecía un cementerio". "Todo el mundo aterrorizado en sus casas. No se abría una puerta, ni un balcón, ni una ventana".

Nueve décadas después resulta insólito el reportaje gráfico, ya que el enviado especial posa al final junto al juez militar, el teniente de la Guardia de Asalto o la viuda de Sopena, Juana Suárez, y sus tres hijos.

La mujer, que estaba embarazada, fue conducida hasta el asedio para que su marido se entregara, pero Sopena, que había sido condecorado en África, gritó: "¡ni aun por mis hijos!".

"Sabían que el paso que habían dado era para salir con los pies por delante", indica Molina.

Aunque se le tachó de "loco", el historiador considera que no lo era y que se limitó a seguir el llamamiento a la insurrección ante la constitución del nuevo gobierno conservador formado por la derechista CEDA y el Partido Republicano Liberal.

Molina, que aporta "una visión menos idílica de la República de la que se ha dado", aborda la importancia que tenía entonces la CNT y su relación de "amor odio" con el régimen nacido en 1931, además de la convulsa política local, con predominio de las ideas anticlericales, no muy distinta al resto del país.

El levantamiento en este pueblo extremeño tuvo sus singularidades, ya que no era un foco anarquista, el cabecilla fue un militar y el lugar elegido un cuartel.

Sopena, de 33 años, de Barbastro (Huesca), había vivido con su familia en Barcelona. Destinado en Ceuta conoció a su mujer y ya en Sevilla fue expedientado por sus ideas sediciosas y trasladado a un lugar apartado como Villanueva de la Serena.

El cadáver del sargento, que resultó herido de bala durante el levantamiento, no aparecía cuando todo acabó la mañana del lunes.

Incluso se habló de que había conseguido huir, pero se halló horas después bajo los escombros de una cubierta cuyo derrumbe pudo ser la causa de su muerte, según el profesor.

Molina apunta que en esta historia hay situaciones "novelescas", como la desaparición del cadáver de un sublevado abatido en la calle. Fingió su muerte y huyó, pero acabó detenido.

Fue el único superviviente. "La orden era no dejar prisioneros", concluye Molina.

Las críticas por la actuación de las fuerzas del orden provocaron un tenso debate en las Cortes y el diputado socialista Juan Negrín fue objeto de una querella por parte de la Fiscalía por pedir en un artículo que los hechos no quedaran impunes, pero el caso fue sobreseído. EFE

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