"Eran las cinco de la mañana": un reportaje de Patricia Rosety
Así vivió la redactora jefe de Tribunales de COPE los desalojos que se produjeron en El Seybo (República Dominicana) el 5 de septiembre a donde fue como voluntaria misionera con los dominicos
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Eran las cinco de la mañana, pero no se trata de la canción de Juan Luis Guerra “Visa para un sueño”. Se trata de una pesadilla. Sin aviso, sin explicaciones y sin piedad, cientos de policías, y por orden de no se sabe quién, desalojaron en El Seybo a más de 60 familias de sus humildes viviendas. Las excavadoras entraron en sus casas, sin preguntar. No importaba si había gente o no. Sólo daban orden de salir. Con una media de unos diez minutos por vivienda arrasaron la vida de estas familias a las que dejaron en la calle, al raso.
Eso pasó en la madrugada del 5 de septiembre. Hace justo un mes. Tres días después, el día 8, yo llegaba a República Dominicana, a El Seybo. Soy voluntaria de Misioneros Dominicos-Selvas Amazónicas, con el Padre Miguel Ángel Gullón. Me encontré un paisaje desolador en Los Solares, en el barrio de Villa Guerrero, me encontré con la tragedia en vivo y en directo. Acompañé a Gullón a ver a estas familias que, bajo los escombros, buscaban cualquier pertenencia, y también amparo. Amparo que este misionero asturiano les da. César, Benjamín y Osiris, padres de familia y con niños pequeños, explican a COPE el susto que se llevaron. Estaban durmiendo, les golpearon la puerta con las armas para que salieran de inmediato. La excavadora no esperaba. Sólo hay escombros. La Policía lo rompió todo. No respetó ni la iglesia. También la destruyó.
Gullón con los desalojados
Hasta el día de hoy ningún responsable público, ninguna autoridad les ha explicado nada. Ninguna institución social se ha interesado por ellos. Hicieron su casa en ese terreno porque el ayuntamiento lo permitió, y les dio material. Les permitió construir una casa, una casa humilde, les permitió construir su hogar. Ahora están como “un pájaro sin nido”, nos dicen. Doce días después hicieron una “Caminata por la Dignidad” por toda la ciudad. Una caminata pacífica, para hacerse visibles. Muchos vecinos les acompañaron, pero ninguna autoridad quiso saber nada de ellos. Fuertes dispositivos policiales custodiaban los edificios del ayuntamiento y de la gobernación, pero nadie habló con ellos. No pierden la esperanza y si tienen que ir a Santo Domingo al Palacio Nacional para que les restauren su dignidad irán, nos cuentan María y Ruth, dos mujeres con fuerza.
Caminata por la dignidad
Los niños no pudieron ir a la escuela los primeros días, no tenían uniformes ni material escolar. Ni ganas. Sus padres mantenían la calma, no les quedaba otro remedio. La tuvieron que trabajar, manifiestan ante nuestro micrófono. No era fácil. Tenían que resolver esta catástrofe, más fuerte que un huracán, que sí avisa. Les arrebataron su hogar. Me llama la atención su tranquilidad. No nos imaginamos lo que es que te dejen sin casa, y menos de la noche a la mañana. No lo sabemos. No podemos ponernos en su lugar por mucho que los acompañemos y nos solidaricemos con ellos. Me han dado una gran lección.
Me resulta emotivo ver a César y a Marilyn cenar bajo el árbol que estaba a la puerta de su casa. Les daba paz volver al que era su hogar. Ahora viven en una pequeña habitación alquilada con sus hijos, tres niños de cinco, cuatro y un año. Parecida es la historia de Osiris y Daniela. Me permiten que les fotografíe delante de lo que era su casa. Una pila de escombros. Y me llama la atención Luis, un hombre de 78 años que sigue en Los Solares bajo la única protección del cielo. Vive sobre dos colchones en una cama de madera tapado por hojas de zinc y rodeado de agua. Es época de lluvias, los chaparrones caen a diario y con intensidad. No quiere irse, tiene miedo a que le roben lo poco que tiene.
Uno de los afectados por los desalojos
Quien les da apoyo, el único apoyo, es el dominico Miguel Ángel Gullón. Dicen las familias que sólo tienen a Dios y a Gullón, que siempre está al lado de quien lo necesita. Les ofreció el micrófono de Radio Seybo, radio que dirige y que lucha por la dignidad de las personas desde hace 51 años. Y ofrece la radio para que la población ayude. Dice que no podemos ser indiferentes. Hay que luchar para que haya Justicia. Pensaba que en El Seybo no iba a haber más violaciones a la dignidad. Gullón pide a Dios que perdone a quien “maquiavélicamente” haya tramado esta actuación nocturna. Vuelve a denunciar de día otra cobardía de la noche, la del 5 de septiembre. Sueña que el bien y la dignidad vuelvan a imperar en la provincia de El Seybo. Y que este barrio de Los Solares se denomine “Dignidad” por el sufrimiento de estas personas.
Patricia Rosety entrevistando a una de las familias desalojadas