Un niño trasplantado cambia de escuela porque sus compañeros no están vacunados

Thomas ha superado la leucemia con ocho años. Ahora tiene Que cambiar de colegio porque sus compañeros no están vacunados

Un niño hace deberes en el aula. EFE

@evaenlaradio

Corresponsal de COPE en El Vaticano

Roma

Tiempo de lectura: 3' Actualizado 07:07

Si hay un país en Europa en el que la polémica de las vacunas se vive de forma visceral, ese es Italia.

En el curso escolar recién comenzado los padres tienen de plazo hasta el próximo mes de marzo para entregar la documentación necesaria que demuestre que sus hijos han recibido las vacunas obligatorias, como requisito imprescindible para los niveles de enseñanza infantiles.

El problema es grave, porque en el 2017 se registraron casi 5.000 casos de sarampión, casi seis veces más que el año anterior. Esto significa que Italia sufre la tercera tasa de sarampión más alta de Europa después de Rumanía y Grecia, que son países mucho más pobres.

La polémica saltó cuando el diario italiano Corriere de la Sera reveló el caso de un niño, Thomas, de nombre ficticio, quien tras sufrir leucemia y ser sometido a un trasplante ha tenido que cambiar de escuela porque sus compañeros estaban sin vacunar.

Fue la pediatra del pequeño la que reveló el problema, puesto que los padres han preferido mantenerse al margen y han pedido confidencialidad. El menor de 8 años está en este momento sin defensas, por lo que un simple catarro puede comportarle riesgos y es implanteable que conviva con niños que no están vacunados.

El caso del pequeño Thomas es conocido en Italia porque su hermana, dos años mayor que él, le donó la médula que salvó su vida cuando fue diagnosticado de leucemia.

En Italia, el movimiento antivacunas está respaldado por el Movimiento 5 Estrellas. Este partido considera que los padres tienen el derecho de escoger libremente si quieren vacunar a sus hijos, por lo que apuestan que la vacunación no sea obligatoria.

La CADENA COPE se ha trasladado hasta las puertas del Colegio Infantil Luigi Pianciani de Roma para hablar con los padres.

Mateo tiene dos hijas de 4 y 6 años y asegura que nunca se planteó dejar de vacunarlas, entre otros motivos por solidaridad con el resto de padres, porque “si yo decido no vacunar a mis hijos, pongo en riesgo a los hijos de los demás”.

Giulia también ha vacunado a sus dos hijos, Tomasso y Giulia. Considera que la vacunación debería ser obligatoria, porque “no podemos arriesgarnos a que reaparezcan enfermedades que ya se consideraban controladas. Además resulta escandaloso que en países como África se estén muriendo los niños porque no pueden acceder a las vacunas, y en Italia, que son gratuitas renunciemos a ellas”.

Otra de las madres, Alexia mantiene que vacunar a sus hijos les da seguridad: “Asi ellos están más protegidos y también la sociedad. En el fondo, los padres que llevan a sus hijos al colegio sin vacunar tienen la suerte de que conviven con niños que en su mayoría si lo están, por lo que no corren peligro de contraer las enfermedades”.

El verdadero problema que afrontan las familias italianas es la falta de claridad y de criterios por parte del gobierno.

La ley sancionada en el anterior ejecutivo estableció, con el apoyo de médicos, científicos, y la mayoría de las familias, que los menores de 0 a 6 años no podrían ser matriculados sin el documento que confirme su vacunación.

El propio Salvini en las redes sociales impuso una modificación que permitía a las familias “anti vacunas” presentar un autocertificado escrito por ellos mismos, en el que se declaraba que estaban gestionando la vacunación o que ya fue realizada. Tras la protesta social que levantó esta decisión y varias idas y venidas, al final se mantiene la posibilidad de la autocertificación por la que los padres o tutores de los chicos prometen presentar los certificados oficiales de vacunación. El plazo ha sido ampliado hasta el a10 de marzo de 2019.

Las diez vacunas obligatorias en Italia garantizan la inmunidad contra la poliomelitis, la difteria, el tétano, la hepatitis B, la tos convulsa, la Haemophilus, la gripe de tipo B, el sarampión, las paperas, la rubeola y el sarampión