Macron insiste en restaurar Notre Dame para el año 2024 pese a las dificultades

El líder francés se dirigió a la nación en estado de emergencia sanitaria y convertir la catedral en símbolo de resiliencia nacional

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 16 abr 2020

Francia revive este miércoles el incendio que amenazó con destrozar la catedral de Notre Dame, uno de sus monumentos más simbólicos, con la férrea voluntad del presidente Emmanuel Macron de reconstruir el edificio en cinco años, pese a las múltiples dificultades encontradas hasta ahora para avanzar.

"Reconstruiremos Notre Dame en cinco años. Haremos todo lo posible para mantener ese plazo. Por supuesto, las obras están en suspenso de momento por la crisis sanitaria pero se relanzarán en cuanto sea posible", dijo Macron en un mensaje en vídeo retransmitido en su cuenta de Twitter.

Macron recuperó un tono de gravedad, casi trascendental, para dirigirse a la nación en pleno estado de emergencia sanitaria y convertir la catedral en el símbolo de la resiliencia nacional.

UN AÑO DE OBSTÁCULOS

Las dificultades no han sido pocas. Si en los primeros días tras el incendio los arquitectos y obreros empezaron a hacer constataciones sobre el estado de las bóvedas, escalando con cuerdas y excavando manualmente entre los restos de los escombros, tres meses más tarde sonaba la primera alerta: el plomo.

El fuego fundió gran parte de las 1.326 placas de plomo que recubrían el tejado y diseminó ese metal por los alrededores en forma de partículas peligrosas para la salud.

La laboriosa descontaminación de la zona con técnicas de alta presión o de aspiración paralizó las obras de finales de julio a mediados de agosto.

A la precaria situación se le unió la necesidad de proteger de la intemperie la debilitada estructura y el crucero de la catedral, sobre el cual hay ahora un gigantesco agujero.

El edificio había sido cubierto con una enorme lona días después del incendio, pero este otoño e invierno los fuertes vientos volvieron a entorpecer la situación.

EL ANDAMIO

Mientras tanto, el gigantesco andamio, la peor pesadilla de los arquitectos y obreros, permanece en su lugar sorprendentemente intacto desde la noche del fuego.

Notre Dame restauraba la aguja erigida por Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX cuando se desataron las llamas. El desmantelamiento del andamiaje quemado, que quedó reducido a un amasijo de hierros, es clave para poder acceder al epicentro del siniestro.

Un monstruo de metal con un peso estimado de entre 300 y 500 toneladas que se ha convertido en el peor obstáculo de la obra. Para poder retirarlo han tenido que recurrir a una grúa de 80 metros de alto cuya simple ascensión conlleva a cada obrero 10 minutos de escalada.