Muere Adolfo Fernández, actor de series como 'Águila roja', a los 67 años

El intérprete, con una amplia carrera en cine y televisión, ha fallecido víctima de un cáncer, dejando un gran legado como feroz impulsor del teatro contemporáneo

EFE

Adolfo Fernández, actor

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El actor, productor y director teatral Adolfo Fernández ha fallecido este viernes a los 67 años en su casa de Perales de Tajuña (Madrid) a causa de un cáncer. El intérprete, un rostro popular gracias a sus papeles en cine y televisión, ha trabajado hasta que la enfermedad mermó sus fuerzas. Su última voluntad ha sido donar su cuerpo a la ciencia, por lo que no habrá tanatorio ni funeral.

La fama de Fernández se consolidó gracias a su participación en series de gran audiencia como Policías, en el corazón de la calle, Águila roja, donde fue el mentor del protagonista, B&b, Amar es para siempre o la reciente Machos alfa. Su currículo también incluye notables actuaciones en el cine en películas como Hable con ella, Mataharis o Pieles.

Impulsor del teatro contemporáneo

Más allá de la pantalla, Adolfo Fernández ha sido una figura fundamental del teatro español reciente. En 2002 creó junto a su mujer, Cristina Elso, la compañía K Producciones, con la que se dedicó a impulsar obras de autores contemporáneos españoles. "Todo teatro es político. La mayor sinsorgada es teatro político, por la zafiedad que comunica", afirmaba el actor, que añadía: "En vez de militar en un partido político, militamos encima del escenario, con humor".

Con su compañía ganó el premio Max por la adaptación de En la orilla, la novela de Rafael Chirbes sobre la corrupción. A lo largo de los años ha llevado a escena montajes como Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini, En tierra de nadie o Cantando bajo las balas, un monólogo sobre Millán Astray.

Orígenes y una vida de compromiso

Nacido en Sevilla pero criado en Bilbao desde los cuatro años, Fernández se consideraba "bilbaíno". Empezó en la efervescente escena del teatro vasco de los ochenta y recordaba con humor aquella época: "En aquel tiempo todos los actores vascos conocíamos al dedillo la Nacional-1, de tanto subir y bajar de Bilbao a Madrid". Su compromiso artístico era total, como él mismo defendía: "Todo trabajo artístico es tirarse sin red, y esa tiene que ser la apuesta".

En 2008, con 50 años, superó un cáncer de lengua que le obligó a aprender a hablar de nuevo. "Descubres que eres más fuerte de lo que te creías, que incluso estás preparado para la despedida", confesó a este diario tras recuperarse. Esta experiencia reforzó su carácter y sus convicciones, que no dudaba en expresar con rotundidad sobre temas como la situación en el País Vasco: "El País Vasco tiene el cerebro podrido. La gente da importancia a cosas que no ha construido".

Su faceta humanista le llevó a colaborar con ONGs y a impartir talleres en cárceles, casi siempre de forma anónima. Apasionado y vehemente, su deseo fue cumplido, ya que nunca abandonó su oficio. "No contemplo la idea de jubilarme", aseguró en una ocasión. De hecho, ha dejado preparada su siguiente obra, Sensación térmica, para su estreno en 2026.

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