Jeff Kinney (Diario de Greg) alerta sobre el intervencionismo político en la educación

Pilar Martín.

Preocupado por cómo las políticas gubernamentales están "dictando" lo que se aprende en las escuelas estadounidenses, Jeff Kinney ha usado la sátira para convertir la entrega 18 del "Diaio de Greg" en una nueva historia divertida donde se pone del lado de los profesores y defiende la educación.

Así lo cuenta a EFE en una entrevista virtual desde su librería de Plainville (Massachussets, Estados Unidos), donde el creador de este monigote de espíritu perdedor y grandes dosis de humor crea esta saga traducida a 79 idiomas y con más de 275 millones de libros vendido. Una saga donde , en su nueva entrega (editorial Molino) deja de "caricaturizar" las situaciones y opta por la sátira.

"Aquí Greg enloquece un poco, no se si ha ido un poco lejos pero creo que ha sido divertido el hecho de dar una vuelta a la tuerca y meterme en el análisis del sistema educativo desde un punto de vista humorístico", reconoce el autor (Fort Washington, Maryland, Estados Unidos, 1971).

Y se ha centrado en ésto porque se dio cuenta de que en las últimas entregas se había centrado en materias como la música o el deporte y se había "alejado" del ámbito escolar, en el colegio como el generador de conflictos, que es donde empezó.

Por eso en 'Diario de Greg 18. Descerebrados' lo que sucede es que el instituto de Greg va a cerrar por motivos económicos, lo que provoca que los profesores asuman tareas que no le corresponden, que se limiten las lecturas ante la falta de material o que los servicios de limpieza del centro se reduzcan. Situaciones que Greg sortea y critica desde su perspectiva de niño, porque no hay que olvidar que se trata de una saga infantil.

"La forma en la que yo lo plasmo en el libro es una especie de propuesta ridícula -dice- para que un niño pueda ver que se trata de una actuación estúpida, sin sentido, así que evidentemente los niños no van a pensar ni analizar la cuestión política, pero sí que van a pensar en la prohibición de libros".

En este sentido, Kinney afirma que en la actualidad le parece muy "turbador" lo que está sucediendo en la educación pública estadounidense y en el sector cultural: "Se está convirtiendo en algo muy político".

"Da mucho miedo -reconoce- porque la gente que está en el poder está dictando lo que tenemos que aprender, cómo lo tenemos que aprender, quién nos representa, quiénes son los que quedan excluidos. Estoy seguro de que ocurre en otros países del mundo, y es un terrible descubrimiento, darme cuenta de algo así es terrible".

Así que pide que existan "más elementos" para "proteger" el sistema educativo y la educación "en su conjunto" porque considera "peligroso" asistir a "prohibiciones" de libros ya que es "contagioso".

"En Estados Unidos -añade- hay libros que tratan temas sobre la gente negra y han considerado que no se deben leer y esto es una forma de borrar y todo el mundo tiene que verse representado".

Por eso Greg será traducido próximamente a las lenguas de los nativos americanos gracias a Kinney, quien financiará estas ediciones personalmente pese a que no tenga una "perspectiva comercial": "Es importante y tampoco es tan caro, vale la pena hacerlo".

Convencido de que hay que "divertir" a los niños, su Greg seguirá siendo ese niño lleno de defectos, como así lo era él, afirma, porque sólo así puede "entretener" y "transmitir" de la mano de la escritura.

"Me gusta pensar que mis libros van a estar en la librería en la sección de libros de humor y no en la sección de libros infantiles. Cuando escribo también lo hago para ese lector adulto, aunque sé de sobra que la mayor parte de mis lectores son niños", matiza.

De espíritu mecenas, Kinney ha comprado recientemente varias edificaciones alrededor del edificio (incluida una vieja fábrica) donde tiene su librería con el objetivo de hacerlos "más bonitos" y así dejar un legado en la ciudad donde viven.