LITERATURA NOVEDADES

Fernández Mallo envuelve en versos y reflexiones su visión del amor cotidiano

Pilar Martín

Agencia EFE

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Pilar Martín

Convencido de que el amor es "susceptible de ser analizado" el físico, poeta y escritor Agustín Fernández Mallo ha envuelto en versos su mirada acerca del amor que hay en un pelo del suelo, en una transacción económica o en un billete de cinco euros en el tratado poético "El libro de todos los amores".

"No hay nada en el planeta que no sea susceptible de contener amor porque no hay nada que no haya sido construido por el ser humano", afirma el también físico, un autor que tiene como máxima crear universos nuevos en cada obra porque así ni se aburre él ni se aburren su lectores, reconoce en un encuentro con la prensa con motivo del lanzamiento de esta nueva obra (Seix Barral).

Lo que propone Fernández Mallo en "El libro de todos los amores" es un viaje de la mano de sus dos protagonistas por todo el amor que es capaz de reconocer, por todas sus manifestaciones, formas y maneras de sentirlo. Dos turistas que llegan desde Montevideo hasta Venecia y son testigos del fin del mundo, lo que les convierte directamente en una suerte de Adán y Eva encargados de volver a refundarlo.

Y el motivo de que el mundo se vaya a acabar es porque cada vez "hay menos amor", advierte Fernández Mallo, no sin dejar claro que el lector tiene que saber que el mundo en el que se mueven sus personajes "no es distópico".

A través de poesía, diálogos y microensayos que mezclan sociología y antropología, algo que ya es marca de la casa, este gallego (A Coruña, 1967) afincado en Palma de Mallorca dispara también con reflexiones en las que se deja ver la incidencia del capitalismo en ese amor del que habla y que no es el entendido como "romántico".

"Lo que ha hecho el capitalismo es mercantilizar el capitalismo romántico. El capitalismo vende emociones, el emocapitalismo ya no te vende un coche, te vende emociones (...), lo que ha hecho el capitalismo, quizá, ha sido una inflación del amor", advierte.

Por eso, Fernández Mallo arrancó esta novela tras advertir que en todas sus anteriores obras "estaba el amor": "Y pensé que siempre legislamos el mal porque entendemos que es lógico, pero nunca legislamos el bien", dice, mientras alerta de que cuando habla de legislar lo hace en sentido poético.

"El amor es susceptible de ser analizado y, como yo soy fundamentalmente poeta, empecé a hacer microensayos sobre el amor no ruidoso, el amor que se puede ver en un pelo en el suelo, el 'translúcido', en todas las cosas cotidianas que yo relaciono con el amor", expresa.

Sin presencia alguna de crítica al amor instalado en el actual sistema capitalista y todo lo que conlleva, Fernández Mallo regala a sus lectores versos en los que su particular Eva le dice a Adán: "Mientras construimos el amor entra a través de cada poro, directo al torrente sanguíneo, un sentimiento de absoluta impunidad".

Un diálogo filosófico que finaliza con la respuesta de Adán: "La pasión todo lo roba, nada devuelve, sólo tú, que lo ocupas todo sin ser Dios, permaneces intacta a cualquier culpa".

"Parto de algo sólido y lo llevo a la metáfora, pero no de manera arbitraria porque después vuelve a la realidad. Lo bueno de la buena fantasía es que vuelve a la realidad", concreta.

Y todo empieza y acaba en Venecia porque, asevera, es la ciudad donde se inventó el capitalismo, porque allí se firmó el primer cheque bancario y se creó la primera producción en cadena", concluye este autor, maestro en mezclar géneros literarios para crear el suyo propio.