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El astronauta que encontró un tesoro desde el espacio y se lo calló durante 40 años

Gordon Cooper creyó haber descubierto, durante una de sus misiones en el espacio, un tesoro perdido en el fondo del mar. Antes de confesarlo, guardó silencio durante cuatro décadas

Una imagen de un astronauta en el espacio

EFE

David Ferreiro

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 24 may 2021

Gordon Cooper fue uno de los primeros hombres que pudo viajar por el espacio. Este astronauta formó parte del conocido como Mercury 7, el primer grupo de astronautas de la NASA que estaba entrenado con el objetivo de llegar a la Luna.

Por aquel entonces, la carrera espacial que enfrentaba a la Unión Soviética y a los Estados Unidos estaba en plena época de apogeo, con los europeos a la cabeza tras mandar, con éxito, varias misiones al espacio.

Por ello, la NASA tenía claro que no podía fallar si quería tomar la delantera en esta pugna entre poderes, por lo que cada misión significaba una nueva oportunidad para recortar distancias con sus competidores.

Así, Cooper partió hacia el espacio a bordo de una cápsula conocida como Faith 7 en el año 1963, con el objetivo de localizar nuevas ubicaciones que permitieran llevar a cabo lanzamientos de misiles nucleares, para lo que realizó 22 vueltas alrededor de la Tierra, una gran hazaña para la época.

Su misión consistía en conseguir recaudar el mayor número de datos posibles, para lo que tomó una gran cantidad de fotografías de nuestro planeta que le permitieron, además, darse cuenta de la existencia de un buen número de objetos no identificables, algo que le llamó poderosamente la atención.

Su amplia formación, así como su gran perspicacia, le hicieron darse cuenta de que estos objetos no identificados eran cuerpos metálicos que, con bastante seguridad, se encontraban debajo del agua.

A base de analizar y estudiar la zona en la que había dado con su particular descubrimiento, se dio cuenta de que se encontraba dentro de la ruta comercial que realizaban las embarcaciones españolas, por lo que llegó a la conclusión de que se trataba de un tesoro sumergido en las profundidades marinas.

Mientras se encontraba a bordo del Faith 7, Cooper dedicó parte de su tiempo en tomar notas sobre todo lo que sabía relacionado con el supuesto tesoro, creando incluso un mapa detallado sobre la zona que le permitiera ser más preciso cuando descendiera, de nuevo, a la Tierra. No quería pasar por alto el más mínimo detalle.

A su vuelta a nuestro planeta, y tras un aterrizaje en el Pacífico que puso fin a su misión en el espacio, el astronauta decidió quedarse para sí mismo su descubrimiento, omitiéndole a la NASA la información sobre el tesoro oculto en el mar.

Y todo a pesar de continuar con su carrera en la agencia estadounidense durante varios años más, participando en otras misiones como la Gemini 5, en la que se trató de comprobar si los astronautas podían sobrevivir en el espacio durante ocho días, que es el tiempo necesario para llegar a la Luna, el objetivo final.

Tan lejos llevó sus intenciones, que incluso se calló el secreto durante cuatro décadas, antes de confesárselo a su amigo Darrell Miklos en el año 2004, prácticamente en su lecho de muerte, pues terminaría falleciendo ese mismo año.

Miklos, además de amigo de Cooper, es un destacado cazatesoros con cierto nombre a nivel internacional conocido por sus apariciones en medios de comunicación. A mayores, pasó parte de su carrera viajando por el globo para recuperar piezas y restos de viejos cohetes espaciales que se habían perdido en el mar.

La búsqueda del tesoro

Justamente en aquella época, Miklos contaba con un ambicioso proyecto entre las manos: realizar una serie de televisión sobre los descubrimientos más importantes de los cazatesoros para el canal Discovery Channel y en colaboración, ni más ni menos, con la productora de Steven Spielberg.

Por esto, la historia de Cooper le resultó tan atractiva que no pudo resistirse y tomó la decisión de ponerse manos a la obra e investigar sobre el presunto tesoro localizado por su amigo. Para ello, lo primero que hizo fue ponerse en contacto con la NASA, que aunque no estaba al tanto del tema, sí conocía una gran cantidad de datos sobre la misión, como las condiciones atmosféricas o de visibilidad.

La agencia espacial estadounidense informó a Miklos que la vista del astronauta durante aquella misión era la idónea, por lo que la posibilidad de que pudiera haber visto algo durante su ascenso o descenso era altamente viable. Bajo esta premisa, a Miklos se le facilitó el mapa del astronauta para que, con su ayuda, pudiera averiguar si el supuesto tesoro existía o no.

Así, se puso manos a la obra con su equipo durante uno de sus programas en Discovery Channel, episodio gracias al cual la historia se hizo pública, pero su búsqueda no dio con el resultado deseado. Todos contaban con que el misterioso tesoro fuera un barco hundido lleno de oro y otros lujos, pero nada más lejos de la realidad.

En lugar de esto, y tras investigar un total de 11 zonas diferentes, lo que hallaron fue algunas monedas de oro, restos de diversos metales, algunos cañones y las ruinas de un barco inglés del siglo XVI.

Seguramente no era lo que esperaban, al igual que tampoco sería lo que se llegó a imaginar Cooper en su día, que incluso dudaba de la existencia o no del tesoro. Pero lo cierto es que, al final, sus ojos no le habían engañado. El 'tesoro' sí existía.

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Pilar García Muñiz

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