ARTE FIGURACIÓN

La figura humana en el arte de posguerra en el Museo Nacional de Arte de Cataluña

Un centenar de pinturas y esculturas de Miró, Mercè Rodoreda, Ponç, Subirachs, Guinovart, Antonio Saura, Millares, Oteiza, Giacometti, Henry Moore, Bacon o Inge Morath se exhiben desde hoy en el MNAC en la exposición "¿Qué humanidad? La figura humana después de la guerra (1940-1966)".

Agencia EFE

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Un centenar de pinturas y esculturas de Miró, Mercè Rodoreda, Ponç, Subirachs, Guinovart, Antonio Saura, Millares, Oteiza, Giacometti, Henry Moore, Bacon o Inge Morath se exhiben desde hoy en el MNAC en la exposición "¿Qué humanidad? La figura humana después de la guerra (1940-1966)".

Hasta el próximo 11 de enero se podrán ver en el MNAC obras de artistas como Joan Miró, Lasar Segall, Mercè Rodoreda, Joan Ponç, Subirachs, Guinovart, Oteiza, Antonio Saura, Manolo Millares, Maria Helena Vieira da Silva, Zoran Music, Giacometti, Henry Moore, Francis Bacon, Inge Morath o Germaine Richier.

El comisario de la muestra, Àlex Mitrani, ha explicado este jueves que esta exposición constata cómo los artistas "abordaron la figura y la condición humana enfrentada a la incertidumbre, las mutaciones, los fracasos y las esperanzas provocadas por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil española, unos conflictos que trastocaron la historia contemporánea".

Las 120 obras de unos 80 artistas españoles e internacionales aportan "una mirada transversal sobre el arte de posguerra, un período marcado por la filosofía existencialista y que refleja un espíritu del tiempo compartido por diferentes imaginarios culturales".

La figuración, a menudo en la frontera de la abstracción, asumió entonces el reto de representar el cuerpo y el rostro, crear la imagen de una humanidad herida, angustiada, destruida pero también reinventada y germinal.

Para el comisario, se trata de "una exposición terrible, no peor que lo que vemos en los informativos, que habla de aspectos dolorosos, pero que se presenta de manera que podemos entender, elaborar (las obras expuestas), y salimos enriquecidos para afrontar la complejidad del mundo contemporáneo".

Esa dureza ya se siente en la primera parte del recorrido expositivo, donde se pueden ver las obras de Zoran Music, a partir de su experiencia en el campo de concentración de Dachau, de Vieira da Silva, de Lasar Segall, judío de origen lituano del que se pueden ver sus dibujos realizados en Brasil anteriores al descubrimiento mundial y a las fotografías de los campos de exterminio, o de Rodoreda, representada por "Sin título (Esqueleto)" (1950s).

"¿Qué humanidad?" trata problemas nucleares como la disgregación del humanismo clásico o la construcción de una nueva subjetividad a través del dolor y la esperanza, que conviven con temas como la relación entre el cuerpo y la conciencia, la posibilidad del heroísmo, la función de lo grotesco, la imagen del monstruo, la nostalgia de la belleza o la función comunicativa del rostro.

La exposición, que pretende ser en su estructura una prefiguración de las salas de la posguerra y segunda vanguardia del museo, pone en relación obras muy diversas para generar paralelismos y contrastes entre artistas referenciales y figuras menores o marginales pero de gran valor estético y comunicativo.

Uno de estos paralelismos lo ofrece la escultura "Guerrero cayendo" (1957-1960), de Henry Moore, con "Europa" (1953), en la que Josep Maria Subirachs representa a una figura femenina que se retuerce en el suelo.

En una sala consagrada a "El monstruo y el santo" se suceden iconos de la crueldad humana manifestados a través de la emergencia de una religiosidad trágica y ajena a la pompa tradicional: "Fragmentos de una Crucifixión" (1950), de Bacon, "La lapidación" (1948), de Bernard Buffet, "Cristo de Alba de Tormes" (1954), de Antoni Clavé, "Estudio para Crucifixión" (1947), de Graham Sutherland, o "Crucifixión" (1959-63), de Antonio Saura.

Junto a estos se puede contemplar "Pimpampum (juego de tiro)" (1945), un juego creado tras la liberación de Francia para ejercitarse con la escopeta de balines utilizando como dianas las efigies caricaturizadas de Hitler, Mussolini, Himmler, Goebbels y Goering.

A pesar del progresivo optimismo, el exilio interior o la melancolía, el desarraigo y la tristeza están presentes en obras como "Silencio" (1953), de Juana Francés, "Saul Steinberg con máscara" (1959), de Inge Morath, "La estación" (1953), de Antoni Guansé, "Catalana" (1946), de Edouad Pignon, "La cárcel" (1950), de Joan Ponç, o "Mujer durmiendo (El sueño)" (1963), de Antonio López.

Los artistas de la vanguardia radical como Joan Miró plantearon la posibilidad de un optimismo poético a partir de un primitivismo, ilustrado en "Hombre" (1945), de Tàpies, "Estudio para la Guerra y la Paz, 1 mayo 1952" (1952), de Picasso, "La estrella matinal" (1946), de Miró, "Niño con pelota" (1950), de Karel Appel, "El Paraíso" (1955), de Manuel Gil, o "La maternidad" (c.1960), de Roser Bru.

La exposición se cierra con "Los nuevos debates" que se abren a partir de los años 60 cuando fue desapareciendo el aislamiento existencialista de carácter filosófico y se consolidaron nuevos debates que privilegiaban al colectivo: feminismo, defensa de los derechos civiles, la posibilidad de la revolución, la descolonización y la resistencia a las involuciones dictatoriales.

Esta nueva etapa se vislumbra en piezas como "La puerta" (1966), de Juan Genovés, "Negro herido de bala" (1965), de Lluís Güell, o "Cabeza humana" (1966), de Mari Chordà. EFE.

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