TEATRO ESTRENO
"Elogio de la estupidez", una comedia generacional para seguir aprendiendo
A partir de "Bouvard y Pécuchet" de Gustave Flaubert, Darío Facal construye "Elogio de la estupidez", una obra en la que se ríe de su "propia estupidez y la de mis actores", indica en tono jocoso.
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A partir de "Bouvard y Pécuchet" de Gustave Flaubert, Darío Facal construye "Elogio de la estupidez", una obra en la que se ríe de su "propia estupidez y la de mis actores", indica en tono jocoso.
Así ha presentado este miércoles el espectáculo el director y dramaturgo que, subraya que se trata de una versión muy libre del autor francés, "piedra angular para edificar" su texto, que pone en duda muchas opiniones y circunstancias "para seguir aprendiendo".
"Hay que ser muy ególatra para escribir sobre la estupidez porque siempre hablamos de la de los demás", señala Facal, liberándonos de entrar en ese apartado.
"Elogio de la estupidez", que se estrena mañana en la Sala Max Aub de Naves del Español en Matadero donde permanecerá hasta el 27 de noviembre, retrata la vida de tres amigos que comparten piso e intentan sobrevivir a la amistad, el amor, la opinión de sus padres o el precio de los alquileres.
Un retrato, apunta el director, de la confusión y la estupidez de una generación y cómo se posiciona moralmente al mundo en que vivimos. En clave de humor se exponen sus dificultades ante un mundo donde abunda el dogmatismo, la censura, la intransigencia y la evasión, además de las crisis y el fanatismo.
"Un espacio que en el que transitan por lugares comunes y estereotipos personajes que viven en una contradicción permanente", afirma Darío Facal, quien advierte que la estupidez es invisible, "viene revestida de relevancia e inteligencia y por eso es escurridiza. Los personajes no son lo que se podría prever".
El elenco está compuesto por Agus Ruiz, Bárbara Santa-Cruz, Mario Alonso y Ana Janer que no dudan en afirmar que en algún momento se reconocen en las situaciones que representan.
Bárbara Santa-Cruz dice haber prestado muchas cosas a su personaje, entre ellas su nombre. "He aprendido mucho de mi propia estupidez", comenta sin reparo.
Un proceso de autodescubrimiento, en el que las dudas que se plantean "te permite escaparte de la estupidez y a no dar nada por sentado".
Para Agus Ruiz, la obra contiene una propuesta atrevida, alocada, con un toque rebelde, muy abundante en ideas, mientras que Mario Alonso espera que el público se vea reflejado.
La escenografía tiene la intención de renovar el género del vodevil de puertas del siglo XIX y, al mismo tiempo, ser un homenaje a las formas contemporáneas de las "sit-com" televisivas, donde todo sucede en el salón de una casa.
"Lo que hoy parece una idea inteligente quizá dentro de diez años no lo sea tanto. Los ideales de hoy quizá colisionen en el futuro", concluye Darío Facal.