ONOMÁSTICA MOTES (Crónica)

Apodos, una costumbre viva

Ana Martínez

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 14:44

Ana Martínez

No aparecen en registros civiles ni eclesiásticos y en los textos escritos su hueco se reduce a algunas noticias, a la literatura y a las necrológicas de los periódicos, pero los alias, motes o sobrenombres son una manera de designar a las personas aún muy viva.

No en vano, suponen el eje de la tercera jornada de la Onomástica Gallega, que se celebra este fin de semana en el Museo de Pontevedra bajo la coordinación de la académica Ana Boullón, un foro centrado en el apelativo que se le confiere coloquialmente a una persona y que puede estar tomado de sus defectos físicos, morales o de otras circunstancias.

Con el origen, lo mismo; éste puede estar en la casa, en el centro educativo, en la mente de alguien, y a veces un "alias" retrata tan bien que sobran las preguntas.

Los hay de poca supervivencia, pero los que copan la atención son los permanentes, los que forman parte de la cultura popular, los que pueden relegar una identidad real al propio olvido.

Pueden ser simples o compuestos, y hacer alusión al lugar de procedencia (el "portugués", "el maño"), a una denominación comercial que acaba adueñándose del propietario, a la virilidad, a un estado anímico, a características no visibles, a ser más o menos inoperante en un oficio (un alcalde gallego era conocido como "reloj parado") o a un ilícito ("moinantes", por ejemplo, en alusión a los amigos de lo ajeno, vulgarmente conocidos como carteristas).

También existen aquellos que hacen referencia a una familia entera y los que confieren a cada uno de los componentes de esa unidad el suyo específico.

En todo caso, lo que procuran es definir y diferenciar, agudizando el ingenio, en esa pequeña historia social en la que se tienen en cuenta los oficios, determinados comportamientos y las características diferenciadoras, tanto las físicas como las psíquicas.

El Diccionario de la Real Academia Galega (RAG) sintetiza toda esta explicación al definir este hecho, el de los apodos.

El programa de la Onomástica Gallega de este año se concentra en exclusiva en estos sobrenombres, con siete ponencias que tratan la presencia de los mismos en los apellidos y sus raíces en la antropología, así como aportaciones que van desde los existentes en la Galicia medieval hasta los de usuarios y usuarias de las personas editoras de la Wikipedia.

Mostrar, asimismo, la manera en la que pueden aportar luz en disciplinas tan variadas como la botánica, la literatura o la historia es otra de las prioridades a mostrar a la opinión pública.

Un portal web específico reúne, por su interés, los pseudogentilicios (apodos), gentilicios (también los festivos), y refranes y cánticos que están vinculados a alguna localidad y a sus habitantes.

Los registros se cuentan por miles. Ello muestra que la vieja costumbre de poner motes no languidece, y muchísimo menos en el extenso mundo rural.