A Vanesa le presionaron para que abortara su sexta hija que venía con problemas. Irene vivió tres meses

@lauramoton

Redactora de informativos

Tiempo de lectura: 7' Actualizado 19:17

Vanesa tiene 37 años, en diciembre de 2017 nacía Irene contra todo pronóstico. Hasta aquí podría ser la historia de muchas familias, pero en este caso la difícil vida de Vanesa la dota de una heroicidad increíble. Se entera de su embarazo dos meses después de que a su marido le diagnosticaran un tumor en la médula. En la revisión del primer trimestre le advirtieron que el bebé venía mal, incompatible con la vida. La animaron a abortar pero ella se negó. Irene nació. Hoy mes y medio después de su pérdida, Vanesa recibe el premio “Bárbara Castro. A un corazón de madre” en el CEU San Pablo.

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Vanesa Perez tiene 37 años, se quedó viuda a los 29. Sufrió malos tratos de sus primer marido con el que tuvo dos hijos. Tras su muerte, Vanesa empezaba una nueva vida con Rimas, con el que ha tenido tres hijos. Son de Badajoz, pero las posibilidades de trabajo del esposo llevan la familia a San Fernando (Cadiz) y es aquí donde recibe el primer gran mazazo: A Rimas les diagnostican  un tumor de médula que le dejará en una silla de ruedas. La familia con cinco hijos recibe la noticia tirando del carro como siempre han hecho, pero una vuelta de tuerca más a la vida les trae un nuevo embarazo. “No nos lo pensamos, yo estaba embarazada y ninguno de los dos dudamos en darle vida a nuestra hija, aún a pesar de la dificultad tanto por motivos de salud, como por motivos económicos”.

En su carta de testimonio Vanesa cuenta en primera persona así su embarazo:

“Otro hijo…. Otra alegría, así empecé a “disfrutar” de mi embarazo, hasta que llega mi primera ecografía"

“Otro hijo…. Otra alegría, así empecé a “disfrutar” de mi embarazo, hasta que llega mi primera ecografía y ahí todo cambia. Nosotros fuimos con toda la ilusión del mundo hasta que la ginecóloga, al terminar el examen nos dice, directamente, que con lo que ha visto, la mejor opción es abortar y que me da los papeles para el consentimiento en ese momento; mi niña tenía una traslucencia nucal de 7mm, y tendría síndrome de Down, seguro. Para nosotros tener un hijo con síndrome de Down no era ningún problema, iba a ser recibido en casa con el mismo amor que sus hermanos, viendo la crueldad de esta señora, yo aguanté el tirón y tragaba saliva como podía, pues hubiese salido corriendo, en fin, nos vamos, recogemos las posteriores citas y en cada una de ellas nos van dando más malas noticias y siguen insistiendo en que lo mejor es que aborte, mi placenta estaba llena de “pompitas de sangre” y con los valores que presentaba mi peque podía tener una muerte intrauterina en cualquier momento, y lógicamente nos negamos nuevamente, ¿para qué queríamos ninguna prueba que pusiera en riesgo la vida de nuestra “peque”, si nosotros, estuviese como estuviese, queríamos tenerla?

Así que nada, como yo me negué a la omniocentesis, ellos no me hicieron tripe screening, parecía que me estaban presionando de esa manera, pero vamos…, nos daba igual, nosotros lo teníamos muy claro, Irene tenía que nacer. Vamos a otra ecografía, y empeora todo, mi niña tiene hidrocefalia y pie equino-varo, con lo cual ya se decantan más por síndrome de Turner, y no de Down, síndromes que son “compatibles con la vida”. No os podéis imaginar el sin vivir de mi embarazo, pues el miedo mayor que teníamos es que se muriese, pero no…, mi peque fue una luchadora y nos dejó verla. En la eco de 35 semanas nos dicen que la niña tiene un retraso (cir) bastante importante y que todo era por el síndrome que tenía, y que habría que provocar el parto, pero esa era otra…, mi gordi estaba de culo e iba para cesárea (la única cesárea), me citan para la semana siguiente, ¡¡Por fin una buena noticia!!, se había dado la vuelta, así que intentábamos un parto inducido, pero vaginal (la cesárea me daba pánico), mi ginecólogo hacía guardia el día 23 de Noviembre y decidimos que fuera él, de todos modos, me manda un monitor, y voy el día 19 y nos dicen que el registro no es nada “tranquilizador”, mi niña con cada contracción de encajamiento (normal para el tiempo que estaba de gestación), se le bajaba la frecuencia cardíaca, que mi niña no tenía fuerza, ni aguantaría contracciones de parto, que lo mejor era provocar el parto con oxitocina y que como ya había parido cinco veces, “esto con cuatro empujones sale”, …, ¿Perdona?, si me estás diciendo que mi hija no aguanta una contracción leve, cómo querías provocar contracciones más dolorosas que van a matar a mi hija, la verdad como no me convencía, y mis cinco hijos estaban en casa, ajenos a lo que estaba pasando, le dije que yo tenía que venirme a mi casa “un momento”, que volvería más tarde, con lo cual tuve que firmar un alta voluntaria, bajo mi responsabilidad.

Ahí si nos abordaron las dudas…, ¿volvíamos después, o esperábamos a primera hora que nos viese nuestro ginecólogo?, vaya nochecita pasamos con el miedo de que le pasara algo por nuestra culpa, de habernos quedado, así que a primera hora salimos hacia el hospital, buscamos a nuestro ginecólogo, me repitió el monitor, y era aún peor, pues la niña tenía bajadas de la frecuencia incluso sin yo tener ninguna contracción, que iban a iniciar el parto haciendo una prueba de estrés, para ver si mi peque las aguantaba, a lo que le digo que si no es mejor una cesárea (a pesar de mi pavor a ésta), y me dice, que si me compensa tener una cicatriz cuando mi hija sea por el medio que sea, no va a sobrevivir, ¿CÓMO?, vamos… ya me puedes quitar todo y hacerme la cesárea, con mi parto mi hija iba a nacer muerta, así que sin dudarlo, del tirón, qué agobiante ver una incubadora esperando llevarse a mi hija rodeada de pediatras, yo solo le pedía a la matrona, que por favor, que le hiciera fotos que me dejaran verla, pero ahí nació mi pequeña Irene, grave , sin respirar y se la llevaron volando, mi hija se estaba muriendo, no había tiempo, no la vi y a mi marido le dijeron que íbamos a por todas o se paraba todo, pues la niña no sobrevivía. El pobre mío firmó todo para todo para sacar adelante a nuestra hija.

"Una vez en planta me informan de la gravedad que tiene mi hija"

Una vez en planta me informan de la gravedad que tiene mi hija, que lo mejor es hacerle cuidados de confort y que la niña se apague poco a poco, a lo que me niego, mi hija estaba viva y no iba a permitir minimizar ningún cuidado, cuando nació Irene, ya dejaron atrás, tanto síndrome de Edwais, que no es compatible con la vida, y que no llegaría al mes de vida, además que mi hija tenía hidrocefalia, dilatación del corazón, comunicación entre la cámaras, y una arteria pulmonar muy dilatada, (lo curioso es que en los informes de las , pone que presenta anomalías en su corazón) con lo cual esto es de sorpresa. De todos modos le hacen un estudio genético y no es ninguno de los tres síndromes, que ellos pensaban. Mi hija tiene la gran mala suerte de tener una mutación en el cromosoma 5 , con el de mi hija son seis casos en el mundo, también se le asocia a un retraso mental grave, problemas de movilidad y no poder respirar sola, con lo cual el futuro de mi hija era hacerle una traqueotomía conectada a un respirador, era duro pensarlo, si pero la tenía viva, quizás egoísmo, amor de madre, el caso es que nosotros estábamos dispuestos a darlo todo por ella, sacrificarlo todo y sacarla para adelante, solo su mirada me lo decía todo, era y será el amor de mi vida, mi niña especial, a la que con tanto amor la traje al mundo, por la que no dudaría en pasar lo mismo, por al menos volverla a disfrutar de cualquiera de las maneras. 

"Cuando llegué y la besé y le di besitos abrió los ojitos, me miraba"

Quiero deciros que desde que nació mi hija, ha superado muchas “cositas”, días que íbamos y estaba mejor, días que peor y días que veíamos que en cuestión de segundos la niña empeoraba de una manera horrible, pero ahí estaba mi campeona, mi orgullo, el amor de mi vida, luchando contra viento y marea por regalarme un día a día, su padre y yo hemos sufrido la presión de los pediatras para que tomásemos la decisión de bajar los cuidados para que falleciese, siempre me he mantenido firme, nunca dudé si merecía la pena, nunca me hice preguntas, siempre dije que hasta que Dios quiera y mi hija cansada quisiera despedirse de nosotros, de verdad, aunque el pronostico sea feo, y sepáis que tarde o temprano va a llegar su hora, dadle la vida, la conciencia de que como madre has hecho todo lo posible, va a ayudar cuando pase lo que me ha pasado a mí, no nos ha quedado ninguna duda, para mí es muy duro escribir mi historia ahora, pues hace dos semanas que mi pequeña Irene, decidió marchar, tuvo una muerte digna y dulce, su corazón no podía más y yo decidí que lo hiciera en mis brazos, murió con besitos y abrazada y escuchando cuanto la quería y dándole las gracias por haber aguantado tres meses para que nosotros pudiésemos verla, tocarla, mi hija incluso sedada me escuchaba, ¿Qué por qué lo sé?... Muy fácil, mi niña llevaba dos semanas antes de morir, sedada dos días, y cuando llegué y la besé y le di besitos abrió los ojitos, me miraba, incluso al verla así los pediatras retiraron la sedación, y mejoró pero justo a la semana cayó otra vez, esta vez estaba sedada y con morfina, pues se esperaba lo peor, pero no queríamos ningún sufrimiento, sus constantes eran bajitas, cada vez más, decidí cogerla y le subieron las constantes, según la pediatra , los abracitos de mamá son mágicos, pero duró poco, su corazón, cada vez más lento, es duro tenerla en brazos y ver cómo se te va lo más grande que tienes, lo que más quieres, tu bebe, mi niña falleció el 23 de febrero de 2018, la tuvimos tres mesecitos, con la conciencia tranquila y en paz, feliz de haberla tenido, orgullosa, además no nos queda un…. ¿y si hubiésemos hecho...?, ¿y si hubiésemos preguntado...?, nada, hemos agotado todo, hemos luchado por ella, no me considero madre coraje, simplemente soy madre, incluso cuando falleció sentí la alegría de poderle ver la carita a mi niña, por primera vez…., preciosa, sin gestos de angustia, tranquila y en paz. Prefiero superar el perder a mi hija, sabiendo que le he dado la vida, que pensar en un aborto y nunca poderla besar ni acariciar, ni ponerle cara. Hay salida, hay solución, hay que buscar la parte positiva y pensar que cada día con nuestro bebe es un regalo, valorar el tiempo y todo lo que tengamos, hay rachas mejores y peores, hay que aprender a manejar la situación. Espero os sirva de ayuda, yo soy feliz, tengo un angelito que nos protege.”

También se ha entregado el Premio a la defensa pública de la vida a Conrado Gimenez, presidente de la fundación Madrina.