La mascarilla, ¿una barrera para el aprendizaje de los niños?

En COPE.es hablamos con el profesor de pedagogía terapéutica del Hospital Niño Jesús para aclarar esta duda

Brais Lorenzo / EFE

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 15:57

Seguro que alguna vez has pedido a alguien que repita lo que está diciendo ya que la mascarilla te dificulta entenderle. Tenemos que usarla porque nos protege del contagio. No hay opción. Y, con ello, asumir también que a veces nos puede traer problemas a la hora de comunicarnos con nuestro interlocutor. No deja de ser algo que tapa la boca de quien nos habla. No podemos leerle los labios. Incluso, puede esconder la mueca de su rostro.

Pero, si para los adultos puede ser un problema, ¿cómo afecta a los niños y a su aprendizaje? El director de las aulas hospitalarias y profesor de pedagogía terapéutica del Hospital Niño Jesús, Miguel Pérez, se muestra positivo. En líneas generales, no cree que la mascarilla “afecte demasiado”, siempre y cuando el alumno no tenga una necesidad educativa especial. “En esos casos, usamos símbolos o algo que facilite el entendimiento del mensaje como apoyo a la comunicación oral”, explica Miguel que trabaja con niños de la unidad de daño cerebral.

En cualquier caso, está convencido que “los niños aprenden casi más rápido que los adultos” y, bajo su experiencia, “la comunicación se produce de forma fluida” la mayoría de veces. Eso sí, la situación cambia cuando hablamos de las emociones y, sobre todo, “la interpretación de estas”.

En este sentido, el experto advierte que es “más complicado” porque no sabes qué está sintiendo la otra persona. “Si no es por un ojo que llora no se va a reconocer una tristeza, o una sonrisa. Eso sí que es complicado que lo puedan entender y aprender”, añade.

Ante esta situación, Miguel aboga por “buscar otros medios y maneras de poder trabajar” el aprendizaje de las emociones. Algo en lo que, afirma, está trabajando el colectivo de educadores: “Está claro que el contacto físico y el aprendizaje por imitación están ahora limitados. Intentamos mermar en todo lo posible esas carencias. Estamos en el camino de encontrar cuáles son las herramientas que podemos utilizar, o cómo hacérselo llegar. Acabaremos encontrando una fórmula que nos permita hacerlo”.

Puede que nuestros niños acaben aprendiendo las emociones de otra manera. Pero, sea cual sea la vía, lo importante es que las comprendan. Miguel está convencido de que existen varias formas de enseñar y que, por las circunstancias, “hay que usar otros canales de información”.

Pone como ejemplo el caso de una persona ciega que quiere aprender los colores. No tiene visión “que es un canal fundamental de información para todo ser humano”, por lo que “tiene que percibir las cosas de otra manera”. Sin embargo, “acabará por aprender los colores” aunque sea mediante otro sentido.