Estos 10 inventos que hoy se usan proceden de la I Guerra Mundial
Sorprendentemente, el primer conflicto bélico a escala mundial dejó inventos positivos que, a día de hoy, continúan entre nosotros.
Reloj de pulsera
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A pesar del nivel de destrucción alcanzado, hubo personas que se afanaron por hacernos la vida más sencilla. La BBC ha elaborado una lista de los 10 inventos más útiles que se desarrollaron en aquellos años:
Compresas: su origen está antes de la guerra, cuando la empresa estadounidense Kimberly-Clark (C-K) desarrolló el 'celucotton', un material mucho más absorbente que el algodón y que, si se producía en grandes cantidades, era más barato. Dicha empresa decidió llevarlo a Estados Unidos y en 1917 lo usaron para la vestimenta de los médicos, pero las mujeres vieron que también tenía utilidad si se usaba durante la menstruación. En 1920, tras la guerra y después de estudios tanto del material como del mercado, la empresa renombró el producto como 'kotex' (cotton-texture) y lo vendió como lo conocemos ahora.
Pañuelos de papel: resultado de una idea de C.A "Bert" Fourness, quien propuso planchar el material de la celulosa para hacer un pañuelo suave y fino. El resultado fue, en 1924, el 'kleenex”.
Lámparas solares: su origen está en la preocupación por los huesos blandos e incluso deformes de los niños, cuyo problema no tenía en aquel momento origen claro. Así que un doctor llamado Kurt Huldschinsky se puso manos a la obra e hizo un experimento: aplicó en cuatro niños luz ultavioleta desde lámparas de cuarzo y mercurio. Al cabo de un tiempo notó que los huesos se fortalecían, por lo que Alemania entera optó por tratar con luz a sus niños. Y consecuentemente, más tarde se descubrió la importancia de la vitamina D en el calcio de los huesos y la influencia de la luz ultravioleta.
Cambio de hora: hoy tan cuestionado y odiado por muchos, fue en 1916, en Alemania, cuando se empezó a aplicar para ahorrar carbón: el 30 de abril todos los relojes se adelantarían una hora, pasando de marcar 23h a marcar 24h. Y de Alemania al resto del mundo, claro. Fue en 1918 cuando el todopoderoso Congreso de Estados Unidos estableció distintos husos horarios. Poco después la práctica se abandonó pero más años después volvió. Y todo indica que dentro de nada volverá a abandonarse...
Bolsas de té: esto fue absolutamente fortuito además de fruto de una consecuencia. ¿Qué harías si alguien de confianza te mandase un saquito pequeño de hierbas? Seguramente meterlo en agua y probarlo. Pues así de fácil fue: un comerciante de té estadounidense hizo eso mismo, y sus clientes hicieron lo propio.
El reloj de pulsera: ya existían antes de la Guerra Mundial pero en esta época su uso tuvo una tremenda subida. Los hombres, como muestra de elegancia, lo llevaban en el bolsillo y lo sacaban para consultar la hora, pero fueron las mujeres las que lo empezaron a llevar en el brazo. La comodidad de tenerlo ahí y no depender del bolsillo catapultó su éxito.
Salchichas vegetarianas: ¿falta carne? ¿Y quién dijo que una salchicha sin carne no es salchicha? Es lo que debió pensar Konrad Hermann Joseph Adenauer, un político alemán, primer canciller de la República Federal de Alemania y uno de los «padres de Europa». Primero buscó sustitutos del trigo y dio con una mezcla de harina de arroz, cebada y harina de maíz para hacer pan. Y luego logró hacer la salchicha de soja o “salchicha de la paz”, cuya patente fue rechazada por Alemania por no ser de carne. Pero no por Reino Unido, quien sí se lo dio. Curiosamente Reino Unido, en aquellos días, era enemigo de Alemania...
Cremalleras: también fruto de la investigación por buscar un cierre sencillo, rápido y útil. Gideon Sundback, un sueco que emigró a Estados Unidos, dio con la actual fórmula de la cremallera. Primero se usaron en la guerra y luego se incorporó en las prendas de los civiles, así hasta hoy.
Acero inoxidable: hoy en día es casi impensable vivir sin él. Tuvo su origen en 1913 por parte de Harry Bearley, de Sheffield, Inglaterra. Los británicos buscaban mejorar la eficiencia de sus armas ya que los cañones se deformaban después de varios usos. El ejército le pidió a Sheffield, que era metalurgio, una solución, y éste, al parecer, añadió cromo al acero. Él lo consideró un fracaso pero con el tiempo vio que no se oxidaban, por lo que objetivo logrado. Se incorporó a armas y motores.
Radiocomunicación con los pilotos: el cable siempre es un límite, y si sufre daños, se acabó la comunicación entre aparatos. Cuando la señal es inalámbrica, no hay cable que pueda dañarse. En la I Guerra Mundial el enemigo siempre apuntaba a los cables para romper las comunicaciones del enemigo, algo totalmente lógico. Por lo que hacía falta lograr prescindir de ellos y tener algo que el enemigo no pudiera destruir. En 1916 se hicieron grandes avances que, sin embargo, tenían el problema del ruido de fondo, pero también tuvo su solución: colocando en el casco un auricular con el micro. No elimina todo el ruido, pero la calidad mejoró sustancialmente.