Aniversario
50 años de la "Pacem in terris"
Hoy recordamos los cincuenta años de "Pacem in terris", la encíclica de Juan XXIII que promovió la defensa del Estado de derecho para acabar con la guerra fría. Fue promulgada el 11 de abril de 1963 y proponía una doctrina política capaz de instaurar una paz mundial fundamentada en principios como la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Solo así sería posible superar conflictos políticos como el generado por el telón de acero.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Era la primera encíclica dirigida no sólo a los católicos, sino «a todos los hombres de buena voluntad». Meses antes, el planeta había estado al borde del cataclismo, con la crisis de los misiles cubanos. Aquel episodio coincidió con la apertura del Concilio Vaticano II, una de cuyas prioridades era la búsqueda de nuevas formas de relación de la Iglesia con el mundo. La encíclica de Roncali habla de los derechos y deberes que tienen todas las personas, como el derecho a la propiedad privada, el culto divino, el de la seguridad jurídica, el de reunión y a osciación, o el deber de actuar con responsabilidad. La encíclica expone una doctrina política que puda resolver las grandes diferencias entre unos países y otros. "La convivencia civil -afirma el texto- sólo puede juzgarse ordenada, fructífera y congruente con la dignidad humana si se funda en la verdad. Es una advertencia del apóstol San Pablo: Despojándoos de la mentira, hable cada uno verdad con su prójimo, pues que todos somos miembros unos de otros. Esto ocurrirá, ciertamente, cuando cada cual reconozca, en la debida forma, los derechos que le son propios y los deberes que tiene para con los demás". Y el documento va más allá:"Una comunidad humana será cual la hemos descrito cuando los ciudadanos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos por el amor de tal manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás partícipes de sus bienes, y procuren que en todo el mundo haya un intercambio universal de los valores más excelentes del espíritu humano. Ni basta esto sólo, porque la sociedad humana se va desarrollando conjuntamente con la libertad, es decir, con sistemas que se ajusten a la dignidad del ciudadano, ya que, siendo éste racional por naturaleza, resulta, por lo mismo, responsable de sus acciones".