La intervención de Israel contra la franja de Gaza, la tercera desde 2008, no puede traer nada bueno. Es el último peldaño de una escalada de violencia que palestinos e israelíes no han sabido ni querido detener.Tres jóvenes israelíes fueron asesinados hace unas semanas sin que las autoridades palestinas investigaran el caso. Como respuesta Israel lanzó una operación en Cisjordania que acabó con varios muertos. Más tarde un joven palestino fue quemado vivo, un crimen por el que han sido detenidos varios ciudadanos israelíes.El Gobierno de Netanyahu es un gobierno débil que depende del partido de Liberman, el ministro de Asuntos Exteriores. Liberman siempre ha reclamado un ataque a gran escala contra Gaza, solución que no hace sino alimentar y extender la fuerza de Hamas. Las crisis políticas israelíes no pueden solucionarse con operaciones militares en el exterior. La guerra de hace ocho años en el sur del Líbano fue una lección clara.Pero los palestinos no pueden reclamar justicia si ellos no la aplican en su propio territorio cuando se ataca a judíos. La Autoridad Nacional Palestina no puede seguir los criterios de Hamas por más que ésta gobierne en Gaza. Para frenar esta espiral de odio es decisiva la presencia de la minoría cristiana que actúa según otro principio. Pero ni unos ni otros favorecen ni aseguran la presencia cristiana en Tierra Santa.