De la tormenta económica y social provocada por la crisis, hemos pasado de la noche a la mañana a una tormenta política provocada por la publicación de unos papeles apócrifos, filtrados a un medio de comunicación. Si el objetivo perseguido era la denuncia de un caso más de corrupción, las consecuencias están yendo mucho más allá. Aparte de una nueva crisis de confianza en los mercados, la consecuencia es que se ha echado por tierra la posibilidad de acuerdos entre los grandes partidos para luchar contra los gravísimos desafíos que amenazan la estabilidad de España. Es posible que la Justicia llegue a descubrir toda la verdad que encubren los supuestos “papeles de Bárcenas”, pero este turbio asunto ha colmado ya la indignación de un país sacudido por la peor de sus crisis. Ha llegado el momento en que toda la sociedad, empezando por los partidos por muy desacreditados que estén, se emplee a fondo para cambiar radicalmente de hábitos y regenerar la democracia. El tiempo del abuso de los caudales públicos, de las fugas de capitales, de las cuentas opacas, del engaño y de la burla de la ley, debe quedar atrás. La regeneración es el mayor imperativo, y para eso tenemos recursos en nuestra sociedad civil, en nuestro patrimonio cultural y moral, en tantas familias, empresas, comunidades y asociaciones, que siguen mostrando cada día que merece la pena construir juntos el futuro. Es hora de empezar por lo mejor que ya tenemos, y desde ahí, empezar a cambiar.