Por un lado está el conflicto abierto de pareja que es cuando se reconoce por ambas partes que hay un problema. Este caso, “tiene repercusiones menos graves” que en aquellos conflictos ocultos”. No obstante los niños también “lo pasan mal”. “Generalmente la primera señal de alarma la vemos en el colegio, donde podemos comprobar alteraciones en la conducta”, han explicado en La Mañana los psicólogos, Olga Córdoba e Iñaki Vásquez.

Por otro, están los conflictos ocultos. Son aquellas parejas que a los ojos de los demás no muestran ningún tipo de problema pero donde “laten unos sentimientos que no se verbalizan”. “Es todo mucho mas confuso, uno siente que hay una gran tensión emocional y esto repercute de forma mas aguda en los niños”. “Son los que mas sufren y en estos casos pueden desarrollar una patología mas grave, asilamiento social o trastornos en al alimentación”.

“Los hijos lamentablemente son una moneda de cambio bastante frecuente. Deberíamos alejarles de los conflictos. El descalificar constantemente al otro cónyuge a través de los hijos les hace daño”. Tampoco es bueno “hacer confidencias intimas de problemas de pareja a uno de los hijos les carga de muchísima tensión y es desaconsejable”.

Uno de los errores que tendemos a cometer es no hablar el problema con nuestros hijos. “El querer ocultarles algo evidente no es bueno. Hay que informarles desde la tranquilidad. Decirles que hay problemas pero que los vamos a solucionar”. Ellos sienten esa calma tensa. El silencio es mas agresivo que un grito o un enfado”.

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