La polémica decisión del alcalde de Burgos de suspender las obras del bulevar en la barriada de Gamonal sienta un precedente que algunos grupos extremistas están presentado ya como el punto de partida de una revolución social que puede extenderse a toda España. En principio es una suspensión temporal para calmar los ánimos, volver a sentarse con las agrupaciones vecinales y reexaminar el proyecto que había sido mil veces debatido en los últimos años. Puede ser una medida prudente para recuperar el diálogo, y también para identificar a los grupos que durante cuatro largas noches han mantenido una batalla campal con la policía con el pretexto de las protestas vecinales.El proyectado bulevar figuraba en el programa electoral tanto del Partido Popular, ganador de las últimas municipales, como del PSOE. Tan solo Izquierda Unida se oponía radicalmente. Pero el resultado final es que la violencia  se ha impuesto sobre una decisión democrática adoptada por la mayoría absoluta de los concejales. El problema se ha acentuado porque las fuerzas del orden no han podido garantizar la seguridad de los trabajadores y de los propios vecinos, entre otras razones por la precariedad de una ley de seguridad ciudadana cuya reforma está siendo duramente criticada por la izquierda. En Gamonal parece haberse impuesto, por primera vez, la ley de la fuerza sobre la fuerza de la ley, en un conflicto vecinal que ahora exige una cuidadosa atención porque podría desbordar los límites del barrio.