Con motivo de la Asamblea celebrada por el Pontificio Consejo para la Cultura, el Papa Benedicto XVI ha dirigido su atención y su mensaje a los jóvenes. Los jóvenes viven especialmente condicionados por el impacto que el consumismo, el culto a la novedad o el desprecio por la tradición imprimen a nuestra cultura. La profunda crisis que azota las relaciones económicas, especialmente en materia de empleo y seguridad, compromete el futuro de los jóvenes hasta el punto de convencerles de la falta de expectativas. Entonces lo único que parece válido es el goce instantáneo o la huida hacia adelante. Junto a esto el Papa señala fenómenos decididamente positivos: los impulsos de tantos jóvenes voluntarios que dedican a los hermanos más necesitados sus mejores energías; la experiencia de fe sincera y profunda de tantos que con gozo testimonian su pertenencia a la Iglesia; los esfuerzos para construir sociedades respetuosas de la libertad y la dignidad de todos. Ante este cuadro complejo Benedicto XVI ha recordado unas palabras de Pablo VI dirigidas a los jóvenes: “la Iglesia os mira con confianza y con amor; Ella posee aquello que constituye la fuerza de la juventud: la capacidad de alegrarse por lo que comienza, de darse sin condición, de renovarse y de volver a partir hacia nuevas conquistas”. Un motivo poderoso para el renovado compromiso de la Iglesia con los jóvenes.