Hay miedo a las “superbacterias”. Para hacerse una idea, la ONU sólo se había tomado una amenaza sanitaria tan en serio. Con el sida, con el ébola y con las enfermedades que no se transmiten como el cáncer o las cardiovasculares. Lo dijo Fleming en 1945, tipo Nostradamus, y se está cumpliendo.  “Cuanta más penicilina se emplee, más personas morirán de infecciones resistentes a ella”. Menos de un siglo después el panorama es el siguiente. Dos millones de personas se infectan cada año en el mundo por bacterias resistentes a los medicamentos, de las cuales 700 mil acaban muriendo.  Y los que sobreviven se quedan, para el resto de su vida, con el miedo en el cuerpo. Meses y meses de hospital con infecciones que no remiten porque ningún antibiótico funciona. Hace pocos meses, los científicos de Estados Unidos lanzaron las alarmas porque descubrieron que una mujer de 49 se había convertido en la primera portadora de una bacteria resistente a la colistina, el antibiótico más potente que se conoce y que se usa como último recurso para las peores infecciones.Dice la ONU que hay que tomar cartas en el asunto porque los planes nacionales de prevención no sirven de nada.  Planes como este lanzado en España hace ya una década.  La globalización no ayuda a contener un problema que tiene en las granjas uno de sus principales focos. Y es que, en las grandes explotaciones, se suele abusar de los antibióticos para curar y engordar artificialmente a los animales.  Así las cosas, las granjas se han convertido en un gran campo de entrenamiento para las bacterias, donde aprenden a hacerse resistentes a los antibióticos.Y luego está la perversa dinámica de la industria farmacéutica.  Para que un medicamento sea rentable económicamente se debe suministrar en grandes cantidades y durante mucho tiempo. Pues la ONU cree que, en el tratamiento a los enfermos crónicos, se abusa también de los antibióticos, por motivos espurios. Si a esto se le suma la automedicación en el ámbito doméstico, sale una dinámica peligrosa, que según expertos como Ana Magiorakos, todavía se puede revertir, si se implementa una estrategia global. Como las grandes estrategias económicas se nos escapan a los pobres mortales, lo que sí podemos hacer en nuestro día a día es no tomar nada que no recomiende el médico. Los niños y los ancianos, con sus infecciones respiratorias y urinarias, son los principales grupos a los que se administra antibiótico inútilmente para tratar infecciones que en realidad son víricas y no bacterianas. Y es que, a veces, matar moscas a cañonazos puede provocar que las moscas, además de molestas, se vuelvan realmente peligrosas.El miedo a las 'superbacterias'