Durante la homilía el Santo Padre ha reconocido la alegría de haber venido desde todos los rincones y ángulos de la tierra para vivir la Fe, una tarea que ahora toca llevar allá donde quiera que estemos. Francisco ha dicho que Jesús nos llama a ser discípulos en misión y que si no damos lo que vivimos a los demás, sería como quitarle oxígeno a una llama. Y es que la Fe cuanto más se comparte, más grande se hace. El Pontífice destacó que para llevar a Cristo no hay fronteras, ni límites por lo que es preciso darle a todos y llevarle a cualquier rincón, porque el Señor busca a todo aquel que necesite su misericordia y su amor. Tomando como ejemplo al beato brasileño José de Anchieta que, a sus diecinueve años, marchó a evangelizar. Esto el ha servido al Papa para decir que un joven es el mejor medio para evangelizar a otro joven. Francisco ha dicho que la Evangelización deb hacerse sin miedo porque no vamos solos, sino que Cristo nos acompaña y no podemos temer nunca. El Pontífice ha destacado que cuando nos enfrentamos juntos a los desafíos, somos fuertes. Por último ha dicho que evangelizar es servir y ponerse en camino para lavar los pies d elos demás mostrando el rostro amoroso de Dios. Antes de termianr la Misa, Monseñor Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, agradeció al Papa su presencia y testimonio.