Angela Merkel ganará hoy por cuarta vez las elecciones en Alemania. Cualquier otra posibilidad queda descartada. Pero también es seguro que habrá en Berlín un gobierno de coalición, y ahí las posibilidades están más abiertas. Tras dos grandes coaliciones, los socialdemócratas sienten que están siendo engullidos por la CDU y necesitan fortalecer su perfil propio. No hasta el extremo, seguramente, de intentar gobernar con Los Verdes y con los antiguos comunistas de la RDA. El SPD parece más bien inclinado a liderar la oposición a una Merkel que ha tenido la habilidad de apropiarse de la agenda de sus adversarios. Los democristianos son el partido de la estabilidad económica, pero también el de la acogida a los refugiados y el cierre de las centrales nucleares. Con Merkel también se ha aprobado el “matrimonio” homosexual y la renta mínima, pese a la oposición inicial de la canciller. Incluso Los Verdes quieren pactar con ella, aunque la cosa se complicaría si la aritmética exigiera como tercer socio a los liberales, que regresarán al Bundestag. Todo ello dibuja un escenario político de grandes consensos en torno al centro, enturbiado solo por la irrupción de la extrema derecha. Esto facilitará que Alemania lidere las reformas pendientes en Europa. Pero la pregunta es si, en la que probablemente será su última legislatura, veremos a la canciller valiente de la crisis de refugiados o solo a la eficaz gestora. Retos como el envejecimiento o la cuarta revolución tecnológica requieren estadistas a la altura, y no se vislumbran aún en Europa alternativas creíbles a Merkel.