Después de lo sucedido en las últimas horas se puede dar por concluido el proceso de independencia de Cataluña. Es muy difícil que siga adelante después de las decisiones que tomó ayer el juez Pablo Llarena, y después de las contradicciones internas en las que ha incurrido. El juez del Supremo ha vuelto a mandar a la cárcel a Jordi Turull; a la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell; y a los ex consejeros Raúl Romeva, Josep Rull y Dolors Bassa. Antes, Llarena procesó a 13 de los líderes secesionistas por rebelión, y a otros 12 por malversación y por desobediencia.

Decisiones que se tomaron después de que Marta Rovira, la secretaria general de ERC, no compareciera ante el Supremo y se marchara a Suiza, haciendo evidente el riesgo de fuga de sus compañeros. El proceso de secesión se puede dar por concluido no solo por la actuación de la Justicia sino por sus contradicciones internas. Este jueves Turull no conseguía ser investido, al no conseguir los votos de la CUP.

El auto de procesamiento de Llarena apunta que hubo un concierto de voluntades para realizar un ataque sin parangón al Estado Constitucional. Y apunta, además, que había intención de seguir adelante. Llarena en su auto hace un relato completo y exhaustivo de un proceso que no descartaba el uso de la violencia. Los jueces determinarán en los próximos meses si estamos ante un delito de rebelión. En cualquier caso, la pretensión de impunidad se ha encontrado con la ley. Ahora lo que es necesario es que haya Gobierno, y que Cataluña vuelva a la normalidad cuanto antes.