El Primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha aprovechado la Conferencia de Seguridad de Munich para lanzar una nueva advertencia al régimen islámico de Irán, al que considera, desde hace años, la mayor amenaza para la estabilidad del Cercano Oriente. La defensa aérea de Israel había abatido días atrás un dron iraní cuando sobrevolaba clandestinamente su territorio, cuyos restos exhibió Netanyahu, olvidando que poco antes fue derribado en territorio sirio un avión militar israelí. Ambos hechos reflejan una nueva escalada de tensión que tiene como epicentro la guerra civil siria.

Netanyahu ha justificado la incursión de su aviación ante la evidencia de que Hezbolah, el movimiento chiita libanés aliado de Irán, está trasladando a Siria abundante material de guerra, especialmente misiles. Al mismo tiempo, entre los gobiernos israelí y libanés se ha abierto un complejo litigio político-económico a causa de las prospecciones de hidrocarburos que algunas empresas americanas están realizando en la zona marítima exclusiva del Líbano. En este contexto, Hezbolah ha amenazado con destruir las plataformas petrolíferas, con la consiguiente alarma de Estados Unidos. Se está gestando una nueva escalada de tensión en la que han entrado en juego, por primera vez, los intereses económicos de dos vecinos que difícilmente mantienen la paz en sus fronteras con la ayuda de las fuerzas de la ONU, en buena parte soportadas por el Ejército español.