La larga lucha de Anthony: de sobrevivir al desierto africano y viajar en patera a formarse como sacerdote

Anthony Enitame llegó a España con apenas 18 años. Una parroquia de Cádiz le cambió la vida, ya que le ayudaron a regularizar su situación y le animaron a ingresar en el seminario

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Anthony Enitame Acuase llegó en patera a España procedente de Nigeria cuando tenía 18 años. Durante meses cruzó los vastos desiertos del continente africano. En apenas un mes, con casi treinta años, comenzará el quinto curso en el Seminario Conciliar San Bartolomé de Cádiz.

En una entrevista concedida a la revista ‘Omnes’, asegura que su viaje a nuestro país fue una “experiencia inolvidable”. No es para menos, si tenemos en cuenta que desde Nigeria a Marruecos sobrevivió de milagro. Incluso confiesa que tuvo que beberse su propia orina para no morir de sed. A la hora de tomar la patera, pudo perder la vida por ahogamiento, al no saber nadar.

Pero para Anthony estas vivencias le han permitido acercarse a Dios: “Cada momento de mi vida doy gracias a Dios por todo el bien que me ha hecho porque estuve a punto de morir varias veces. Ahora creo que el Señor permitió todo este sufrimiento para hacerme fuerte, para prepararme para la vocación a la que me llama”.

Una vez llegó a Cádiz, Anthony Enitame no dominaba el idioma y no sabía dónde ir… excepto acudir a una iglesia para dar a gracias a Dios por haber podido culminar aquella Odisea. En aquella parroquia gaditana comenzó a cambiar su vida. Conoció al Padre Gabriel Delgado, gracias al cual pudo regularizar su situación en España.

Los sacerdotes Óscar y Salvador también jugaron un papel esencial, ya que le ayudaron en su vocación como sacerdote: “Conocí la Iglesia que siempre tiene sus brazos abiertos para todos. Cada día doy gracias a Dios por su cariño, por su presencia porque siempre está disponible y he aprendido que el día de mañana, cuando sea cura, tengo que hacer lo mismo”, comenta en la entrevista en ‘Omnes’.

Pero los inicios de Anthony en el seminario no fueron sencillos. Había logrado lo más difícil, encontrar estabilidad laboral como electricista. Pero el Padre Salvador, antes de morir, le instó a llamar a las puertas del seminario y saber si realmente Dios le estaba llamando.

Así nació la vocación de Anthony

La inquietud vocacional de Anthony venía de lejos. Fue en su país, cuando, siendo un niño, vio una película sobre la vida de un sacerdote y aquello lo marcó: “Yo no pertenecía a la Iglesia, y vi una película en la que aparecía un sacerdote que tenía una vida plena, una gran intimidad con Dios y con el pueblo de Dios, que siempre rezaba y, tras la oración, tenía una gran alegría… en ese tiempo, yo no sabía que un ser humano podía tener esa intimidad con Cristo y esa entrega al pueblo de Dios”.

A su familia no le convencía que ingresara en el seminario, dejando atrás su empleo. En su día a día, reza mucho por su país y por aquellas personas que, como él, se vieron obligados a recorrer el Continente en busca de un futuro mejor: “Me dan mucha pena. Son personas que llevan trabajando toda su vida para esto, atravesando el desierto y el mar… muchas veces perdiendo la vida… me duele mucho. A veces, ante esto, le pregunto al Señor “¿Dónde estás? Sólo estamos buscando un futuro mejor. En África hay muchas personas que no tienen un plato de comida y ahora, con el coronavirus, la situación es peor. La corrupción de nuestros países lleva a esto. El Señor lo sabe”, precisa en ‘Omnes’

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