La Iglesia indonesia reza por las víctimas del estadio de Malang: "Ofrecer ayuda a quienes lo necesitan"

La invasión de campo tras el final de un partido de fútbol, y el posterior disparo de gases lacrimógenos por la policía, ha causado al menos 127 muertos, varios de ellos niños

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La Iglesia católica en Indonesia ha expresado sus condolencias a los familiares de las víctimas de la tragedia acaecida este fin de semana en el estadio Kaniuruhan de la ciudad de Malang, en el centro de la isla de Java. Según el recuento, todavía provisional, han fallecido al menos 127 personas, varias de ellas niños.

«Rezo por todos los fallecidos. Espero que Dios misericordioso acoja a los muertos y que todos los heridos se recuperen rápidamente», ha declarado a la agencia AsiaNews el obispo local, Henricus Pidyarto Gunawan.

El secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal (KWI), el sacerdote Peter Christian Siswanto, ha dicho que ahora «no es momento de culparse unos a otros, sino de ir de la mano para ofrecer ayuda a quienes lo necesitan». Para el responsable episcopal, lo ocurrido debe servir de lección y de enseñanza del «verdadero espíritu deportivo». «No se trata solo de competir, sino de “fomentar la amabilidad” cuando se pierde un partido. Valores clave que deben aprender no solo los deportistas y los funcionarios, sino también los aficionados».

Invasión de campo

La tragedia tuvo por detonante la invasión de campo de unos 3.000 aficionados del equipo local, indignados con sus propios jugadores después de que estos perdieran 2-3 frente a su gran rival. Tras la invasión, la policía —cuya actuación ha sido muy criticada— disparó gases lacrimógenos contra los aficionados, lo que desencadenó el pánico y tremendas aglomeraciones en busca de una salida al recinto.

«Nos quedamos sin palabras ante una polarización tan absurda por una competición deportiva», ha dicho a la agencia Fides el secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal «Justicia y Paz» del episcopado, el sacerdote Eko Aldianto, natural de la zona. «Hoy rezamos por las familias afectadas, pero también debemos reflexionar sobre lo que hay que hacer para que toda competición deportiva siga siendo un enfrentamiento bajo la bandera de la equidad, el sacrificio y el respeto mutuo, que sea un entretenimiento y un espectáculo para el público, y desde luego no un momento de conflicto o un presagio de violencia», afirma.


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