El obispo García Cadiñanos clausura la Semana Española de Misionología: "Debemos cultivar la espiritualidad"

El obispo de Mondoñedo-Ferrol ha disertado sobre "amistad social y fronteras sociales", añadiendo que "vivimos en una sociedad con una cultura marcada por el individualismo"

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La Semana Española de Misionología, celebrada en Burgos desde este lunes, ha echado el cierre con la intervención del burgalés Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo-Ferrol, que ha disertado sobre “Amistad social y fronteras sociales”. El prelado ha mostrado cómo la insistencia del Papa Francisco en la “fraternidad y amistad social” son la mejor expresión para “romper tantos círculos que imposibilitan el encuentro y, por consiguiente, el testimonio y el anuncio”.



García Cadiñanos ha subrayado que la amistad consigue en “querer con alguien”, en cultivar el nosotros para “interesarnos apasionadamente por las mismas cosas”. Vivimos en una sociedad con una cultura marcada por el individualismo. Este signo de identidad tiene como riesgo el circulo vicioso de un enfrentamiento sin fin”. El Evangelio tiene un marcado carácter comunitario. Por tanto, la apuesta por el bien común puede ser el mejor antídoto frente al círculo vicioso. Para ello, ha sugerido el obispo de Mondoñedo-Ferrol, hay que “acercarse a la realidad, no presuponerla; convertir el pensamiento y cultivar la espiritualidad. Si todos estamos en la misma barca, la realidad tiene que superar a la idea y tiene que desinstalarnos. Para ello, es urgente tocar la carne, es decir, el dolor y el sufrimiento de los hermanos”. Citando a Fratelli Tutti, “se debe hacer desde abajo, de uno en uno. Es lo que conocemos como caridad política”, ha concluido.

La misión, identidad profunda

Por su parte, la misionera laica Rosa OrtegaEsteban ha sido la encargada de concluir la Semana con una ponencia para abrir horizonte: “¿La Misión está aquí?” La burgalesa ha insistido en que la misión es siempre para toda la vida. La misión es una identidad, no un lugar. “De mis 40 años de misionera, tan sólo he estado 9 en Africa. El resto ha sido en Europa. Yo soy misionera. La misión no es una profesión ni una actividad, es mi identidad profunda. Me gusta repetir con el Papa: Yo soy una misión en esta tierra”. Por otra parte, ha reconocido que en España vivimos un tiempo privilegiado. Estamos llamados a ayudar a nuestras comunidades cristianas a pasar de una fe sociológica a una fe fruto de la experiencia personal de encuentro con el Señor.

Asimismo, ha reconocido la importancia de acercarse a los jóvenes y adolescentes,no sólo porque son el futuro, sino porque son un verdadero campo de misión. Viven una profunda soledad interior y tienen una gran necesidad de ser escuchados, acogidos, acompañados y aguantados. La misión entre ellos tiene el nombre de paciencia, gratuidad y espera en el Espíritu”.



La jornada de ayer tuvo como protagonista al Secretario General de la Pontificia Unión Misional, el franciscano vietnamita P. Dinh Anh Nhue Nguyen. Su ponencia versó sobre la Obras Misionales Pontificias y su acción en todo el mundo. De inicio recordó que en su fe cristiana «hay algo de español». Su abuela vivió en las tierras evangelizadas por el dominico vasco san Valentín Berriochoa, martirizado en 1864 en la antigua Indochina Francesa, hoy Vietnam. Destacó la naturaleza y fin de las OMPs iniciadas por Pauline Jaricot hace 200 años en Lyon. Esta laica francesa vio la necesidad de la oración y de la recaudación para ayudar a la evangelización en los lugares más recónditos. Se trata de un origen carismático que se ratificará después con el lema ‘mon clotre c’est tout le mond’. Jaricot fue una mujer atenta a los cambios, abierta al mundo y preocupada por la difusión el Evangelio por todo el mundo. Tras la conferencia del sacerdote franciscano, Mª del Mar Cugat (Tarragona) y Montserrat Prada (Zamora) destacaron la animación misionera en sus diócesis. La tarde continuó con testimonios de animación misionera desde OMP España y desde las Misioneras de Jesús en Pamplona.

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