San Agustín: el mercado de la modernidad - Pateando A Coruña

San Agustín: el mercado de la modernidad

Mercado de San Agustín. Entre Pio XII, Juan XXIII, Marqués de Pontejos y la plaza del Humor.  15001.

 

Historia

El nombre de San Agustín no es, en absoluto, casual. Y es que a este santo, doctor de la Iglesia y patrón de los que buscan a Dios, estaban dedicados los Agustinos de Caión. Esta orden monástica se trasladó desde A Laracha a A Coruña  y ocupó entre los siglos XVIII y XIX el actual edificio de San Jorge, hasta que fueron exclaustrados en 1835. Todavía queda una muestra de la advocación al Santo en la figura barroca que se encuentra en el ábside central de la iglesia.

 

El templo del comercio

El mercado de San Agustín fue construido en 1932, aunque ya desde finales del XIX habían surgido ideas para dotar a la zona de una plaza de abastos. Firmaba el proyecto el mejor tándem de la arquitectura coruñesa: el que formaban Antonio Tenreiro y Santiago Rey Pedreira. El hierro era un material muy caro para el edificio, pero Tenreiro y Pedreira mezclan las ideas modernistas con el hormigón armado, y acaban por crear un mercado único.

Con inspiración en el mercado francés de Reims, idearon una enorme cubierta parabólica de 24 metros, con bandas de vidrio y sin pilares, que hizo de San Agustín la obra arquitectónica más destacada de la primera mitad del siglo XX.

Aunque San Agustín también hizo historia por tener el primer supermercado de toda Galicia. Se abrió en 1958, estaba promovido por la Comisaría de Abastecimientos y lo inauguró Franco el mismo . Lo reflejaba así el NO-DO a partir del minuto 2:13:

Sorprendía en la época encontrar por primera vez beicon o ver un establecimiento con frigoríficos. El conocido como autoservicio, situado en el sótano, daría paso años después al Gadis.

El producto fresco, la estrella

Los tres pisos de San Agustín han pasado por diferentes etapas con el paso de los años. Algunos recuerdan cuando en la planta superior estaba el pescado y cuando había tanta gente que era difícil caminar por el mercado. No obstante, la esencia de San Agustín sigue estando en la venta del producto fresco: marisco, pescado, carne de todo tipo o frutas y verduras de temporada. Entre los más de 40 puestos abiertos dentro y fuera de las instalaciones también se puede ver pan, queso, legumbres a granel o productos ecológicos. Y los puestos de comida para llevar combinan todo lo anterior.

También una floristería, una pastelería, un zapatero, una tienda de mascotas o un servicio de reparto en bici

De acoger los puestos de pescado, la primera planta ha pasado a reservarse a eventos de fin de semana: desde rastros a degustación de bocadillos, pasando por artesanía o ferias de cerveza. Las actividades que acaban convirtiendo a San Agustín en una especie de sesión vermú para públicos que no son los habituales clientes de la plaza de abastos.

Hace balance de todo ello Sandra Catoira, presidenta de la asociación de vendedores autónomos de San Agustín

Clientela y reorganización de puestos

Quitando los eventos de fin de semana, viernes y sábados son los días en lo que se ve más gente joven en un mercado con una clientela fiel, pero envejecida. Los más fieles son vecinos del barrio o de la Ciudad Vieja que llevan viniendo aquí toda la vida. También, restaurantes o algún que otro turista. Los pasajeros de los cruceros no se resisten a llevar al barco algo de pan o queso para picar. 

San Agustín ha sido objeto de varias reformas a lo largo de los años. La última dejó una nueva cara en la planta baja con la reorganización de los puestos. No evita que todavía se vean muchos vacíos.

 

Acceso y aparcamiento

A la dificultad de acceso, en coche o en bus, achacan muchas vendedoras la falta de clientela. Las plazas para aparcar en el entorno, reguladas por la ORA, son muy pocas o, en todo caso, menos que en otros mercados. Los parkings más cercanos están en María Pita o el Papagayo. Se eliminó la parada de bus de Panaderas aunque en la plaza de España siguen parando las líneas 4, 6 y 6A. Subir hacia ellas es más fácil desde que hay una escalera mecánica en la calle Plaza.

Entre las eternas promesas de revitalización de San Agustín, hay tres que destacan: derribar un edificio para generar una conexión directa con Panaderas, acercar el bus a la confluencia de San Andrés con la calle Sol y hacer peatonal la calle Marqués de Pontejos.

 

De momento, nada más ha salido del papel que obras de accesibilidad en el entorno de San Agustín. De todas formas, no todo es pesimismo. También hay quien prefiere ver el vaso medio lleno para este mercado en el que abundan la luz y las posibilidades.

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