«Incluso las naciones más orgullosas tienen esqueletos en el armario» - Libros a pie de calle

«Incluso las naciones más orgullosas tienen esqueletos en el armario»

Alek Popov está sentado en un bar del centro de Madrid tomando una copa. Celebra la llegada a España de su novela «La caja negra» bajo el sello de Automática Editorial. Es La Noche de los libros y ha venido a presentarla. Habría estado bien empezar así, pero es mentira (río); estamos todos confinados. Yo en Madrid, sí, y supongo que él en Bulgaria. Una conversación vía email que de charla tiene poco. Van preguntas, recibo respuestas, pienso repreguntas, me las guardo (lloro).

Vamos a hablar de esa «Caja negra» que contiene unas cenizas; las del padre de Ned y Ango. Ango y Ned, los culpables de que esta peculiar historia te atrape; junto con Popov. Todo lo surrealista que me pareció en un principio ya no me lo parece; nunca sabes hasta dónde puede llegar lo factible, y sino pregúntenle al pangolín. Quizá esas cenizas encierren un poco de los errores de la humanidad.

«La caja negra» es una novela altamente recomendable. Histrionismo, crítica política, económica y medioambiental. Gente imperfecta, reflexiones sobre la familia, la identidad nacional o los extremos ideológicos. Todo bañado con grandes dosis de humor inteligente. Nos hablan de cinismo balcánico y yo quiero descubrir más de eso.
 

Todo lo que cuentas en el libro parece surrealista pero ¿está pasando en la realidad?

El surrealismo siempre nos espera detrás de la esquina. Es parte de la realidad, de cómo podemos verla hasta el final del desarrollo. En cierto modo, el arte es surrealista por propia naturaleza. El arte crea una realidad virtual artificial que refleja nuestra comprensión del llamado mundo real. Se basa en las reacciones de nuestro mundo interior (mente, psicología, fantasía) a los impulsos que proceden del mundo exterior. Una buena historia en mi opinión es una historia que siempre supera la importancia de la vida cotidiana, incluso si el punto de partida se basa en la banalidad de la vida.
 

Cada capítulo se lo dedicas a un hermano. Personalidades, gustos y sentimientos opuestos. ¿Cómo es cambiar la mentalidad para construir dos perfiles tan distintos?

Quizás esto es una especie de actuación. Descubrí hace algún tiempo que el sistema de Stanislavski funciona tanto en la escritura como en la actuación. En cuanto a los protagonistas, creo que hay algo de mí en ambos y, al mismo tiempo, ninguno de ellos refleja literalmente mi forma de vida o mi ser interior.
 

El lector no llega a conectar al 100% con ninguno de los dos hermanos. Ninguno es ese protagonista modelo que suelen atraer de las novelas, ellos tienen defectos, son humanos.

Todo ser humano tiene defectos, este es el núcleo de la humanidad. No me interesan los personajes perfectos y estoy lejos de predicar la superioridad moral o crear modelos a seguir. Quizás, esto se debe a mi mentalidad balcánica, que tiende a percibir la vida en términos más carnavalescos. Sin estas cualidades y defectos muy humanos, el lector no simpatizaría con los personajes.
 

Es una familia totalmente separada. De la madre de Ned y Ango no sabemos nada. Su padre ha muerto y lo único que han recibido de él son sus cenizas… Cenizas protagonistas quince años después de su muerte ¿Son así las familias de ahora?

Las familias varían. No son lo que solían ser en el pasado, pero aún así, las personas tienden a estar unidas entre sí y son muy imaginativas cuando se trata de nuevos patrones de relación. Libertad y soledad son las dos caras de la misma moneda. Estar conectado significa ser dependiente. Lo que he aprendido de la vida es que nuestro sentido de pertenencia evoluciona constantemente. En diferentes etapas de la vida, hay momentos de apego y desapego. Y tenemos que aprender a respetarlos porque nuestro yo necesita ambos. El padre desaparecido, la búsqueda del padre desaparecido es el tema principal que fluye a través de la novela en varios niveles. Paradójicamente, esta es también una búsqueda de liberación y emancipación de los tótems del orden patriarcal. Luchar con los fantasmas y las sombras puede ser incluso más dramático que enfrentar al verdadero padre.
 

¿Por qué has decidido retratar de esa forma a tus coterráneos los búlgaros?

El sentido de identidad nacional es una mezcla de orgullo y vergüenza. Incluso las naciones más orgullosas, en realidad todas ellas, tienen esqueletos en el armario. Las identidades colectivas son bastante similares a las individuales. Los búlgaros no son una excepción, como todas las naciones, sufren de sus propios complejos, pero tenemos una larga tradición de ridiculizarlos y burlarnos de nosotros mismos. Esta capacidad de autocrítica es probablemente una de las cualidades más formidables de nuestra nación.
 

En el libro enfrentas a dos países: Bulgaria y los Estados Unidos. ¿Intentas hacer una crítica a los extremos? ¿Ni el comunismo fue tan malo ni el capitalismo es tan bueno?

Los extremos son generalmente consecuencias de la lógica interna de las ideas. En un nivel abstracto, cada idea se esfuerza por alcanzar su plenitud. En la vida, esto toma la forma de búsquedas fanáticas de proyectos utópicos. He vivido tanto el sistema comunista como el capitalista y creo que cuando prevalece la ideología la complejidad de la vida y la impureza de las relaciones humanas, los resultados son siempre desastrosos. Sin embargo, aquí trato principalmente de la realidad poscomunista que es mucho más compleja que la confrontación entre los dos bloques durante la Guerra Fría. No se trata de rivalizar con alternativas o ideologías competitivas, sino de la fusión de estas realidades históricas en algo nuevo. Hay una especie de premonición en la novela de que la Historia no ha dicho su última palabra y que un nuevo ciclo está a punto de desarrollarse.
 

Y tú, ¿crees en el momento Baruch*?

Sí, seguramente. Intuición en las alas del conocimiento.
 

¿Esos que están ahí arriba manejando nuestro dinero se guían también por impulsos sabiendo que, si se equivoca, puede perjudicarnos?

Probablemente me preguntas si creo en las teorías de conspiración. En parte. Está en la naturaleza de las personas cocinar todo tipo de conspiraciones. A veces tienen éxito, pero por lo general, los esquemas no funcionan del todo según lo planeado y las cosas tienden a salirse de control. La mayoría de las mejores historias son sobre grandes planes que finalmente se descarrilan. Admiro esta calidad interna del mundo para eludir nuestros cálculos.
 

*Página 68 del libro: «Cuentan las leyendas de Wall Street que Bernard Baruch, el proverbial inversor de los añor treinta, tenía la costumbre de ofrecer a los mendigos acertijos financieros en lugar de limosnas. Acabo de regalarte 300.000 dólares. Si eres inteligente, serán tuyos, decía de pasada, convencido de que nadie sería capaz de aprovechar la información».



 

Título: «La caja negra»

Autor: Alek Popov

Editorial: Automática

Año de publicación: 2020

Número de páginas: 316

Precio: 20€

Opción ebook: Apple book y Kobo (9,50€)

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