Greta, la activista - Excelencia Literaria

Greta, la activista

GLASGOW, SCOTLAND – NOVEMBER 05 (Photo by Christopher Furlong/Getty Images)

Álvaro de Rábago

Ganador de la XVII edición

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Cada acción implica una consecuencia. Esta es una regla que el ser humano –animal, al fin y al cabo– entiende bien: si acercamos la mano al fuego, esta se quema; si por la calle propinamos un puñetazo a un viandante por que sí, lo más probable es que acabemos envueltos en un altercado violento y desagradable. Son instrucciones sencillas y comprensibles para cualquier persona. Sin embargo, cuando la relación entre una acción y una consecuencia no es tan obvia, surgen los problemas.

El cambio climático es un ejemplo del fenómeno que he descrito: la relación causa-efecto existe: expulsamos millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y ésta se calienta como consecuencia. Pero aún así, muchas personas lo consideran un engaño, una cortina de humo, una conspiración de los Illuminati del siglo XXI para tenernos controlados. Son los popularmente denominados “negacionistas del cambio climático”. Es cierto que los científicos tienen una gran dificultad para convencernos de que nos estamos cargando el planeta. Y se me ocurren múltiples motivos. Uno muy importante son los intereses que representa, pues cierto sector político de izquierda se ha apropiado del movimiento ecologista, como con el feminismo, el antirracismo y otras tendencias con un trasfondo noble, y lo utiliza como arma arrojadiza contra sus enemigos ideológicos. Como consecuencia, los conservadores, que tienen gran influencia en los medios de comunicación, pueden llegar a negar las consecuencias o incluso la existencia del cambio climático en un intento de defenderse de sus rivales. Y, por ende, el discurso ecologista se radicaliza hasta repeler a un ingente número de personas.

El caso de Greta Thunberg es un buen ejemplo. Se trata de una adolescente sueca sin carrera universitaria, a la que se le ha permitido tomar la palabra en los foros de la ONU. Por algún motivo que se me escapa, nuestros líderes han decidido que debemos escucharla, lo que me asombra al pensar en los miles de científicos cualificados que podrían hacernos reflexionar sobre el cambio climático. Los políticos han elegido a esta chica que, aunque se nota que es inteligente y posee algunos conocimientos sobre el tema, no tiene ni idea sobre cómo funciona el mundo. Además, su discurso cae demasiadas veces en el puro sentimentalismo, dejando de lado los hechos. Sus palabras lo describen todo: <<Los adultos venís a los jóvenes en busca de esperanza cuando nos habéis robado la infancia con vuestras palabras vacías y vuestros cuentos de hadas sobre eterno desarrollo económico, ya que sólo sabéis hablar del dinero. ¿Cómo os atrevéis?>>, suelta a los cuatro vientos con bastante demagogia.

No niego los datos que ella aporta (cuando lo hace) para soportar sus argumentos. ¿Quién soy yo para poner en duda aquello que la Ciencia afirma con rotundidad? Sin embargo, me pregunto quién es ella para aleccionarnos. Greta debería estar en el colegio, aprendiendo y preparándose para el futuro. Quizá entonces esté capacitada para hablar de lo que habla. Greta es un ejemplo del activismo actual, fruto de este tiempo. Y sí, le han robado la infancia, pero no como ella cree sino al permitirle hacer las cosas que hace, dar el discurso que ofrece y que las empresas energéticas se aprovechen de su imagen.

 

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