Al mal tiempo, buena cara - Excelencia Literaria

Al mal tiempo, buena cara

 

María Pardo Solano

Ganadora de la XIV edición

www.excelencialiteraria.com

 

 

 

La quietud obligada por la COVID-19 nos ha incitado a una retrospección trágica. En consecuencia, muchos usuarios comparten en las redes reflexiones negativas, como <<haber aprendido a no hacer planes>> porque <<no sabemos lo que les deparará la vida>>. Estoy en desacuerdo con esa sugestión, pues estamos llamados a diseñar proyectos nuevos y forjar metas. ¿No es verdad que cuando nos sentimos responsables del trayecto, notamos cómo crecen las capacidades para caminar?

 

Quizá se pregunte el lector porqué habría de dar tanta importancia a los sueños, que al parecer a nadie importan y que tal vez nunca se cumplan.  Para empezar, los propósitos a medio y largo plazo son una de las ruedas motrices de la existencia. Dotan de sentido y coherencia a nuestros actos, que se alinean e interconectan con la intencionalidad de dirigirse a esos objetivos. Por otro lado, en los momentos de bajo ánimo, la esperanza por alcanzarlos supone una razón fuerte para continuar. Pero si rodamos como peonzas sin rumbo, encontraremos en las caídas razones para el desánimo y el espíritu de derrota.

 

 

Los sueños no entienden de límites ni de condición. Su dimensión no la determina la etapa vital en que nos encontremos, ni las circunstancias más o menos favorables que nos rodeen. En todo caso, variará en función nuestra ambición. Por eso, una vez hayamos determinado el pronóstico y lo visualicemos con cierta claridad, solo nos queda trabajar las circunstancias para que se cumpla. Con cada acto colocaremos un nuevo raíl sobre el que correrá nuestro el tren, que nos llevará a uno u otro destino según la dirección en que lo hayamos orientado.

 

A medida que crecemos cambian las prioridades y nuestras metas se transforman -o mejor dicho, se renuevan-. Algunos de esos sueños pasan a ser realidad, plantándose en nuestra vida como feliz recordatorio del esfuerzo invertido. En cambio, otros dejan de tener importancia o concluyen como intento fallido, pero lejos de haber sido una pérdida de tiempo, nos dejan un bonito recuerdo del ánimo que nos proporcionaron, así como valiosas lecciones en torno a la lucha y al fracaso.

 

Por último, pasa que también cambia el entorno; una pandemia mundial puede echar nuestros planes por la borda. Pero cuando todo a nuestro alrededor parece querer derrumbarse, en vez de renunciar a nuestras ilusiones deberíamos buscarles un nuevo valor y una nueva fuerza. Que no todo será un camino de rosas es lo que hace interesantes los proyectos, porque si todo lo consiguiéramos sin esfuerzo, ¿qué gracia tendría? En este sentido, los contratiempos son la sal de la vida.

 

 

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