El Camino - Excelencia Literaria

El Camino

Teresa de Jesús Reinoso

Ganadora de la VII edición

www.excelencialiteraria.com

 

Me pides que te cuente cómo me ha ido el Camino de Santiago, que quieres saber «de qué va», pero no tienes en cuenta un pequeño detalle: el Camino no puede escribirse. Aunque existan novelas, cuentos, leyendas, guiones, películas, guías turísticas, canciones, poemas, etc., el Camino no puede escribirse porque las palabras solo transmiten experiencias. Y las experiencias no son el Camino.

El Camino no es la sucesión de distintos paisajes inigualables a lo largo de las etapas, que nos muestran la belleza de un mundo que creemos que nos pertenece cuando, en realidad, no somos sino una pequeña mota de polvo pasajera ante la grandiosidad de la Naturaleza.

No es tampoco la característica forma de ser de los navarros, de los castellanoleoneses, de los vascos, de los cántabros, de los asturianos y de los gallegos que abren gratuitamente las puertas de su hospitalidad a los peregrinos que invaden calles y senderos.

No son las tan distintas y variopintas personas, llegadas desde todas las latitudes, que coinciden sobre la misma calzada, en una mezcolanza que solo es posible que funcione al abrigo de la llamada del Apóstol.

No es el sorprendente silencio que encuentras en medio del mundo, ni la explosión de tu mundo interior al conseguir hacer ese silencio. No es el peso del macuto que cuelga de tu espalda, ni el saber que tan solo necesitas lo que puedes transportar contigo y que a veces incluso eso te sobra. No son ni siquiera la fatiga, las ampollas y rozaduras que llagan tus pies al final de cada jornada, ni la llegada al Obradoiro ni el abrazo al Santo.

Todo eso son experiencias del Camino. Pero si de verdad quieres saber lo que es el Camino, tienes que tener algo en cuenta:

El Camino es levantarse de la litera cada mañana para comenzar a andar a pesar del dolor de los pies. Es aprender a diferenciar lo necesario de lo superfluo. Mirar tu mochila consciente de que al acabar la jornada te pesará lo indecible, y elegir colgártela de los hombros. Es mirar más lejos y más allá, y admirar lo que te rodea. Es saberte responsable del cuidado del planeta que se nos ha confiado, agradecer la hospitalidad de la tierra que te acoge. Es salir al encuentro de las personas con las que te cruzas, dando cumplimiento a la fraternidad que a lo largo de los siglos ha adornado la ruta hasta Compostela. Es querer al otro y dejarte querer. Gratuita y sencillamente. Hasta el punto de que los que antes del Camino eran desconocidos consiguen marcar tu rumbo de vuelta a casa.

Pero, sobre todo, el Camino es no tener miedo de encontrar y responder una pregunta. La pregunta que está dentro de cada uno de nosotros y que nos interpela con fuerza durante el silencio de cada etapa. Esa pregunta que es la que diferencia a un turista de un peregrino. Y la que hace que llegar al Obradoiro y abrazar al Santo no sea una meta, sino una llegada a casa.

Yo puedo contarte cosas del Camino, pero si quieres saber lo que es, en qué consiste… debes tener esto en cuenta: que el Camino no puede escribirse. El Camino solo puede hacerse.

 

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