ET Gasol vuelve a casa - Con Basket si hay paraíso

ET Gasol vuelve a casa

Vivimos tiempos extraños, asistimos al último baile del mejor jugador de la historia del baloncesto español pero es un baile solitario. En un esfuerzo titánico contra el tiempo y las cuadernas de su esqueleto, tendones y músculos, Pau Gasol trata de jugar de nuevo a baloncesto.

Hoy regresa a una pista, hoy regresa a un partido en España, dos décadas después, cierra el círculo con la camiseta del FC Barcelona. Volver a disputar un partido de verdad, no un entrenamiento. Casi dos años después, quiere atacar el aro, quiere volver a tirar, quiere volver a asistir,  quiere dominar el aro y quiere notar el contacto del rival y el aliento en el cogote.

No hay compasión con las leyendas en la alta competición. Tendrá que estar preparado para ese cuerpo a cuerpo aunque el instinto lo que pretende es proteger ese armazón dolorido por el que has suspirado en casi dos años, intentando tenerlo preparado, cuidándolo. El deporte de alta competición es poco sensible con lo más preciado que tenemos, nuestro cuerpo, pero es necesario atravesar el dolor para volver a sentirse jugador. La alternativa es colgar las zapatillas.

¿Y qué necesidad a sus 40 años de pasar de nuevo por esto? Pau Gasol es prolijo en actividades, en inquietudes, tiene su vida resuelta y la de su descendencia, presta atención a muchas cosas, podría decirse que tiene una actividad más que como exjugador que como jugador. Sin embargo, ansía sentirse jugador de nuevo porque necesita decir adiós en la pista, cuando él decida.

Hasta ahora Pau Gasol no ha podido celebrar su último baile, la fractura en su pie izquierdo truncó sus planes en la NBA y ningún equipo pareció convencido de darle la oportunidad, de esperarle. Pau Gasol optó por volver a la casilla de salida, pero es consciente de que va en dirección contraria al curso de la vida. De la misma manera que hizo las maletas hace 20 años desoyendo a quienes le decían que estaba demasiado tierno para ir a la mejor liga del mundo, que lo iban a matar, ahora también va contracorriente volviendo a la pista. En su carácter afable y educado se esconde un animal competitivo, siempre lo fue. Hay que tenerlo claro para hacer lo que te dicta tu corazón o tu cabeza al margen del ruido que te rodea. Lo hizo marchándose y lo hace regresando.

No llega a un baile de etiqueta en palacio alguno, sino a un baile popular de arrimarse, aquí no hay etiqueta, aquí hay batalla y dura, un Barcelona curtido por Saras en la pelea, un equipo que hace de la defensa su seña de identidad. Cómo encajará ahí Pau Gasol es una de las incógnitas.

Jasikevicius seguramente preparará un plan que proteja incialmente quizá a Pau Gasol, veremos en cuántos minutos y en qué roles a un jugador de 40 años y que afronta una prueba como ésta.

Este deporte de estadios y pabellones vacíos va a dejar a Pau Gasol sin el calor que su retorno provocaría en las gradas y no sólo del Palau esta noche ante el Bayern. Hasta un soldado cantando una dulce canción espiritual antes de la batalla habrá tenido más calor que Pau Gasol en su retorno a las pistas. En la impresionante epopeya 1917 en la que Sam Mendes narra la misión de dos soldados que deben llevar un mensaje vital al frente, un soldado con voz angelical canta una canción espiritual del siglo XIX ante la atención plena de todo un batallón, en mitad del bosque. Si han visto la película recordarán perfectamente esa escena, todos juntos antes de la que se espera sea la última batalla.

Pau Gasol antes de afrontar esa última batalla no tiene esa bendición del público, es algo que se tendrá que imaginar, o tal vez no. Quizá para él esa falta de calor ambiental suponga una mayor concentración en lo que tiene que hacer. No asistirá nadie a su interpretación de «I’m a poor wayfaling stranger» pero en cambio sí tendrá al enemigo en frente, en este caso el rival, dispuesto a no permitirle cumplir su misión. En eso consiste la competición.

Como el soldado intérprete, Pau Gasol merece el aplauso y el calor de los suyos. Lo dijo su excompañero y técnico de Bilbao Basket, Álex Mumbrú, el regreso de Pau Gasol a España, a la ACB, debería ser un reconocimiento en cada partido, una fiesta, un homenaje, aunque después en cada pabellón todos apoyen a los suyos, el reconocimiento al mejor jugador de la historia del baloncesto español sería un acontecimiento, algo como lo que vivió el malogrado Kobe Bryant en su último año en activo con los Lakers. Cada pabellón fue un homenaje y gritos de Kobe, Kobe.

En cambio el silencio presidirá los partidos, alterado en primer plano sólo por los gritos de compañeros y rivales, de los dos entrenadores. No se escucharán ovaciones ni cánticos. Son tiempos extraños,

Desconocemos a qué nivel veremos al de Sant Boi pero su sola presencia en España es un valor añadido para la liga, y para la repercusión de la ACB en todo el mundo, y en especial por qué no decirlo en la NBA también, donde habrá quien mire con curiosidad cómo está el ex Laker y ganador de dos anillos.

No sabemos qué Pau veremos ni si le veremos en Tokio, es de suponer que así será si su nivel físico tiene unos mínimos, no dudamos que así será. Y es que Pau Gasol tiene entre ceja y ceja disputar sus últimos Juegos Olímpicos, como si la providencia hubiera querido esperarle, los juegos fueron aplazados el pasado verano por esta pandemia que todo lo condiciona. Algo debió inquietar a Pau en su interior preguntándose, ¿será verdad que el destino me reserva otros Juegos Olímpicos como yo quería? porque le han dado una prórroga como si Tokio le esperara.

Pau vuelve hoy y el pabellón no se estremecerá, será difícil tomar la temperatura de los aficionados al baloncesto siguiendo el encuentro de Euroliga desde sus casas. Su nivel será escrutado a través de la televisión. No deja de llamar la atención que hace poco se hiciera un concierto en teoría seguro con 5000 personas gracias a test, y por ahora en el deporte no se ponga en marcha algún plan parecido, quizá no 5000, pero por qué no 1000, 2000 para empezar.

Pau Gasol ha vuelto, aquel chico de físico espárrago que se fue a encararse con Kevin Garnett y con los mejores en la mejor liga del mundo hace 20 años, vuelve a donde todo empezó. Pau demostró cada noche que era un fantástico jugador que aprendía rápido en la NBA ante el estupor de quienes no habían visto a ningún español competir así en la NBA. Hoy parece normal ver españoles, pero en ese momento era tan asombroso que Andrés Montes le llamaba ET, era un extraterrestre que nadie sabía de dónde había salido. ET ha decidido volver a casa y albergamos la esperanza de que sea reconocido como corresponde al mejor. ET merece un público atento y cálido como el soldado cantor antes de la batalla.

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