Lebron: llámame James - Con Basket si hay paraíso

Lebron: llámame James

Ni «Black Lives Matter», las vidas de los negros importan, el lema que abandera en teoría la lucha por la igualdad racial en Estados Unidos, ni «di sus nombres», ni «sí se puede», ni «justice», ni «freedom», ni el desgarrador «I can’t breathe».
Veremos en la camiseta de Lebron su apellido, James, como siempre, así lo ha decidido el líder de los Ángeles Lakers, tres veces campeón de la NBA y sin ninguna duda personaje central de la NBA tanto en lo deportivo como en lo social. A Lebron le seguiremos viendo el James en la camiseta en lugar de alguno de los 30 mensajes pactados entre la liga y la asociación de jugadores como compromiso público para hacer visible ese movimiento por la igualdad racial en el país norteamericano. Y todo ello en mitad de la peor crisis mundial que se recuerda en décadas como consecuencia de un enemigo invisible que tiene en ascuas a la humanidad, ante el que ni la prepotencia humana, ni los negacionistas de todo, ni los jerarcas del poder o las finanzas tienen respuesta, nadie es inmune, no es un mal para el vecino, nos afecta a todos, el coronavirus.
Reconozcámoslo, estamos en mitad del caos y la NBA trata de ordenar ese caos para sacar adelante la competición y su economía como han hecho con brillo por cierto la ACB o la LaLiga. Todo son problemas, dos crisis atenazan en este caso Estados Unidos, la crisis sanitaria y la social.
Y mientras los jugadores de la NBA lamentan que algunos hoteles no tienen el nivel que esperaban, las jugadoras de la WNBA denuncian plagas en las habitaciones y condiciones insalubres, una afrenta y una vergüenza para una competición tan súper profesional que sin duda será subsanada. Si será caótica la situación que el periodista más famoso de la NBA ha acabado suspendido por su empresa, acabó perdiendo los papeles ante el correo de un senador, «que te jodan» contestó Adrian Wojnarovski. Como no podía ser de otra manera, el periodista dio la primicia de su suspensión de empleo y sueldo por ESPN y publicó una disculpa. El senador pedía que hubiera también mensajes de apoyo al ejército y la policía y no sólo mensajes raciales. Hemos de reconocer que la respuesta fue muy buena, pero no ha caído bien. En todo caso, es importante tener apertura de miras y no mirar tan solo a donde nos apunta el foco de los movimientos dirigidos, pensemos por nosotros mismos. Una cosa es el movimiento que pide acabar con el racismo, y otra muy distinta el interés de grupos extremistas muy dirigidos que han golpeado, saqueado, incendiado y hasta asesinado. No lo olvidemos (ese movimiento radical trata de hacer suyo aquello de «las vidas de los negros importan». Como harían suyo un movimiento que saliera a la calle a protestar por la preferencia por el pimiento verde en lugar de el pimiento rojo si la protesta fuera lo suficientemente masiva o agria).
Lebron es tan determinante y tiene tanto peso en la esfera de influencia de su comunidad en Estados Unidos que no necesita aparentarlo. Es tan importante cada una de sus palabras y de sus acciones que no necesita borrar su nombre para colocar un mensaje en la camiseta, su objetivo será ganar su cuarto anillo en su segundo año con los Lakers, es su obsesión, y entiende que la mejor manera de hacer visible a la vez esa lucha por la igualdad será seguir siendo un ganador, y conseguir lo que fue a hacer a los Ángeles, ganar el anillo.
Para ello los Lakers tratan de solventar por lo pronto una dificultad inesperada, el puesto de base-escolta, con Rondo lesionado en el pulgar para casi dos meses, sin Bradley ausente por riesgos de salud. Se llevó ya a su tronco JR Smith para el puesto de escolta, pero los púrpura y oro necesitan otro base y más puntos para ser campeones. porque Lebron, que juega mucho de base, no podrá jugar solo ni jugar más de 40 minutos hasta la fase determinante.
No necesita Lebron, decíamos, liderar ahora mismo ninguna campaña en la burbuja Disney de Orlando, donde se va a completar esta extraña temporada NBA a partir del 30 de Julio, aunque sin duda se sumará a los gestos. Sus palabras suenan lo suficientemente claras y su postura es lo suficientemente contundente como para distraer su verdadero objetivo en esta NBA exprés de Florida que viviremos a través de la televisión, por supuesto sin público presente en las gradas. Ya ha sido ampliamente explícito tras lo ocurrido en Minneapolis y con el movimiento volcánico que se produjo en los días siguientes en todo el país.
Para Lebron James es más importante tomar medidas efectivas de cambio, liderar como lo viene haciendo para reunir un voto que consiga cambiar el poder, que es la única forma de hacer cambiar las cosas, cambiar las leyes, cambiar las estructuras de la administración, de la educación… Sólo así se puede llegar a una sociedad más igualitaria, una sociedad en la que el racismo deje de ser un problema determinante en la vida de las personas, generalmente en mayor medida de las comunidades minoritarias, es decir aquellos que no son blancos protestantes. Su compañero de equipo, la otra estrella de los Lakers, Anthony Davis, también mantiene su apellido en la camiseta en lugar de algún mensaje.
No deja de ser peculiar que la propia liga haya liderado el mensaje de protesta de los jugadores, es una forma de abanderar esa lucha por los derechos además de una liga en la que los afroamericanos son mayoría, pero a la vez también una forma de que la cosa no se vaya de madre. En lugar de ponerse en contradirección de la protesta como hizo la NFL en el caso Kaepernik cada vez que se arrodillaba en el himno, la NBA, que posiblemente tampoco vería con buenos ojos gestos como el de arrodillarse durante el himno, se ha anticipado canalizando ese fuego de protesta de los jugadores.
No hemos de olvidar que algunos de esos jugadores , incluidas estrellas, no han dudado en bajar a la calle y coger el megáfono para protestar y para decir basta. La liga se ha anticipado canalizando esa protesta, no avivando más el fuego sino siendo soporte para un protesta controlada, lemas y consignas pactadas con la asociación de jugadores.
Vivimos un caos porque la humanidad se faja con un virus y en lugar de responder como especie que somos, unidos ante un enemigo común, cada país hace lo que puede, no se aprovecha de la experiencia del resto, no interactuamos como si fuéramos una misma patria, el ser humano, que está siendo atacado por un enemigo común. No es necesaria la visita de alienígenas hostiles a la Tierra para darse cuenta de que el hombre sobrevive si trabaja en equipo como cualquier otra especie, ante un enemigo que es cierto que no produce una destrucción masiva, pero que va minando por dentro, como una carcoma que destroza la madera por dentro. Este virus no sólo provoca muertes, sino que colapsa a través de una altísima capacidad de contagio, sólo se le para, a falta aún de respuesta de la ciencia, con aislamiento, como ha ocurrido en la historia de la humanidad.
Las estructuras económicas como la del deporte tratan de sobrevivir haciendo un sobreesfuerzo, como la ACB, LaLiga, la Bundesliga, la Premier, el Calcio… Y como a buen seguro hará la NBA, una organización de gran capacidad.
Orlando reúne a 22 equipos, 35 miembros de cada equipo, 175 bultos de equipaje de cada equipo para el material necesario, tropecientas lavadoras para que cada equipo pueda afrontar su estancia durante semanas, meses, comida controlada y aislada, equipos de chefs a tal efecto, 15.000 test rápidos para detectar el COVID 19 serán necesarios.
En este mar de confusión y esfuerzo organizativo, comportamientos individuales irresponsables o descuidados pueden poner en peligro el ecosistema y la propia competición, así que jugador que incumpla será sancionado y aislado hasta asegurarse que no pueda contagiar, como Holmes de Sacramento Kings y Caboclo de Houston Rockets.
 Algunos jugadores se incorporan más tarde por ser positivos activos, como la estrella de los Rockets Westbrook y la NBA ha reconocido ya positivos en la burbuja de Orlando que serán aislados, en total 19 casos entre más de 300 jugadores. Hay mucho en juego,la competición y millones de dólares, también por ende los contratos de los jugadores si no pudiera concluirse la temporada.
Y todo ello en mitad del Wuhan del Sur de Estados Unidos como ha dicho un especialista médico de Florida. Este estado es ahora pleno epicentro, con casi 300 000 casos y más de 4000 fallecidos,  y en concreto la ciudad de Miami.
En mitad de esta zona caliente de la pandemia, un complejo burbuja va a tener a 22 equipos intentando acabar la temporada NBA, tendrá que ser una burbuja efectiva. En cualquier caso, los test rápidos permitirán aislar rápidamente a los positivos y tratar de evitar un contagio masivo que detenga la competición.
La ACB ha sacado adelante con nota la competición semanas atrás, no podemos estar más orgullosos de la eficiencia y capacidad que también hay en España, máxime siendo uno de los países más afectados proporcionalmente por esta pandemia. La ACB nos ha anticipado las sensaciones que tendrá el espectador y el seguidor de la NBA cuando vuelva la competición.
Una sensación extraña, alucinógena casi viendo a equipos jugar en una pista vacía, ¿juegan para nadie? ¿qué sentido tiene esto? NO es así, juegan para ti, para el espectador. El hecho de no ver a nadie en el pabellón, más que auxiliares de los equipos y algún directivo, proporciona al espectador de televisión una sensación muy particular: es como si jugaran sólo para él. Nunca más será posible algo así a no ser que se repitan las especiales circunstancias que vivimos hoy con el coronavirus. Juegan para ti pues aunque pueda haber millones de personas viendo lo mismo que estás viendo tú, el hecho de no ver público provoca esa conexión casi única con lo que sucede en la cancha. Quizá Lebron o quizá Antetokounmpo, o quizá Kawhi o… ganen el anillo en la soledad de tu salón. Dentro de lo malo que nos toca vivir, por qué no tomárnoslo de esta forma.

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