Donde sucede lo increíble - Con Basket si hay paraíso

Donde sucede lo increíble

Puede que estemos lamentando el final de una dinastía como la de los Warriors (todo tiene un final), que han visto marcharse a Kevin Durant a Brooklyn y han traspasado a Iguodala, si bien asumen a un nuevo All Star como D’Angelo Russell, pero desde el punto de vista de la igualdad competitiva no hay nada comparable a la NBA. Ninguna otra liga del tamaño de la NBA se organiza de igual manera para que las leyes del mercado consigan equilibrar la competición. El principio de igualdad, el de todas las oportunidades, sin partir con una ventaja enorme en presupuesto deportivo, sin que la historia juegue por más laureada que sea.

De la más absoluta miseria un equipo puede pasar a la gloria, a todas las posibilidades para ser campeón, si tiene la habilidad para conseguir piezas codiciadas y crea el espacio salarial suficiente;  y viceversa, equipos campeones, equipos de oro, pueden pasar a la intrascendencia en una noche. Puede parecer salvaje y lo es, de hecho es implacable la ley del mercado NBA pero es apasionante. Imagínense que el Real Madrid o el Barcelona de un día para otro dejaran de ser los gallitos, y lo fueran el Fuenlabrada o el Iberostar Tenerife, a que ni se lo imaginan. Esto es la NBA.

Los detractores de la NBA dirán que la competición es una chufla en la primera parte hasta los playoffs, por aquello de la falta de descensos y que muchos equipos juegan sin opciones deportivas, pero no dicen que ninguna otra competición vela por la igualdad y es alumbrada por la llama de todas las posibilidades, como esta liga. Hemos asistido a una apertura brutal del mercado de jugadores libres con un movimiento de piezas con pocos precedentes. Kevin Durant, lesionado para el próximo curso por la rotura del tendón de aquiles, ha pasado de ser baloncesto ficción por los insistentes rumores de cambio a ser realidad. Los rumores sonaron durante todo el año, pero costaba desde fuera convencerse de que en efecto el ciclo de Durant en la bahía de San Francisco se agotaba. Si algo pareció romperse junto al tendón de Durant fue la confianza entre ambas partes.

Los detractores de Lebron James siempre le reprocharon que no tenía inconveniente en cambiar de equipo buscando ganar anillos y no ser fiel a un proyecto. Si pusieron alguna vez como ejemplo de lo contrario a Durant hace tiempo que deben buscar a otro. Durant ha hecho exactamente lo mismo que Lebron, son los dos mejores jugadores de la NBA, y ambos buscan proyectos que les convenzan para ganar. Lebron domina todo el espacio en el lugar en el que está, ayuda a ganar pero también exige plena atención; de Durant se puede decir que deja un halo de jugador algo avinagrado, que es tan gran campeón como exigente y difícil de llevar. Ambos se mueven buscando proyectos que les convengan.

Cómo entender que Kevin Durant, uno de los mejores jugadores de la liga, se vaya del equipo campeón para recalar en un equipo que hace dos años era de los peores de la liga aunque este año se haya metido en playoffs, como Brooklyn Nets. Durant no podrá dar mucho a los Nets el próximo año, pero se ha asegurado un contrato máximo de 164 millones de dólares por cuatro años para juntarse con otra gran estrella, Kyrie Irving y ambos han cedido algo para crear espacio para un interior fuerte como DeAndre Jordan. Ambos parecen dos díscolos que han querido formar su propio proyecto. De Irving quedan dudas de su integración en Boston, las que habrían precipitado que el ex Cleveland quisiera salir de los Celtics para acabar en Brooklyn. Y he aquí que de la instrascendencia Brooklyn pasa a ser un proyecto ganador, no para el próximo año, aún sin Durant, pero sí a corto plazo. Un proyecto con mayor vigor que aquel que formaron con los gloriosos Celtics en su etapa final, Pierce y Garnett. Porque Durant e Irving llegan en el apogeo de su carrera, para construir un aspirante en la gran manzana, dejando con un palmo de narices a los descabezados vecinos de los Knicks.

Pero este movimiento es sólo uno más de calado en la agencia libre de la NBA. Los Lakers tras conseguir a Anthony Davis buscan a otra gran estrella y ésta podría ser Kawhi Leonard, quien se ha entrevistado con esa especie de embajador no oficial llamado Magic Johnson, el mismo que reclutó a Lebron James y que a los pocos meses dio la espantada al sentirse traicionado. Magic parece querer redimirise de su salida y está ayudando a la propietaria Buss y a Pelinka, el jefe deportivo actual de los púrpura y oro. Si llega Kawhi a los Lakers se arma la marimorena. Los Lakers podrían soñar con todo de nuevo, con la ayuda además de un gana-anillos como Iguodala, que sería cortado por Memphis tras el traspaso de los Warriors, además de Danny Green. Si esto ocurre, uf con los Lakers. Pero no se sabe si es un sueño más que queda en nada como tantas veces.

El caso es que a los movimientos han sido increíbles: un All Star como Kemba Walker llega a Boston, de donde (además de Kyrie) ha salido Al Horford para ayudar a Embiid en Philadelphia. Tremendo frontcourt para los Sixers, que han perdido poder exterior con la marcha de JJ Redick a Nueva Orleans y Butler a Miami, otro movimiento sorprendente y que se entiende en clave económica. En los Warriors queda la duda de cómo mezclarán dos bases anotadores como Steph Curry y el joven D’Angelo Russell, pero el poderío exterior es indudable, sobre todo para paliar en parte la ausencia de Klay Thompson durante unos meses. Los Pelicans se han movido bien tras la pérdida de Davis, incorporando poder exterior de Redick y Melli, con la elección por dentro del número 1 del Draft Zion Williamson, más los jóvenes lakers Lonzo e Ingram y el talento que ya tenía de Jrue Holiday.

Hay un par de movimientos de los nuestros más que llamativos. El fichaje de Ricky Rubio por una franquicia que se sigue buscando como Phoenix Suns. Ricky llega a un equipo obligado a poner nuevos pilares en la casa, y que parece haber acudido a un base que en la distribución les recuerda mucho a Steve Nash, tanto en posicional como en transición. Para Ricky hay pérdida deportiva pero un buen contrato, y la esperanza de empezar a construir un mejor equipo, todo ello después de que Utah Jazz decidiera cambiar de planes incorporando a Conley.

Pero sin duda el movimiento que más peplejidad provoca es el de Niko Mirotic, que no hay manera de descifrar se mire por donde se mire, y que sólo el protagonista sabrá explicar, se supone. Porque dejar la NBA en el mejor momento de su carrera, siendo parte de un equipo aspirante al anillo o bien manejando ofertas importantes de otros equipos, para volver a Europa a ganar menos, y además, ¡al rival! parece una inocentada. No hay por dónde cogerlo. Niko debe saber cosas que los demás ni imaginamos. Es una decisión indescifrable que sólo el posible bienestar futuro del jugador, si es que es así, podrá responder. Pero deja una sensación de rendición de un jugador que pudiendo ser importante en la NBA, por ahora ha sido un secundario.

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